Las lagunas argumentales son más numerosas de lo que puede parecer. Sobre todo en los escritores emergentes. Incluso algunas se pueden colar en novelas o relatos publicados, para que su autor, al descubrirlas, se cubra la cara con vergüenza.
El argumento de una novela es una secuencia de acontecimientos de manera que lo que sucede al final es el resultado de los incidentes que se han ido sucediendo a lo largo del relato.
Con esta definición en mente, podemos establecer los pasos siguientes para evitar y arreglar las lagunas en el argumento de nuestra novela.
1. Planta detalles selectivos.
La exposición normalmente es fatal para la historia. No tienes que contarlo todo desde el principio ni añadir tantos detalles que la historia quede enterrada en ellos. Si ofreces tantos detalles el lector pueden tener una noción tan clara de lo que sucederá que deje de leer o bien se puede sentir tan abrumado por los detalles que tampoco vea clara la idea principal y, de igual manera, abandone el libro.
2. Establece la credibilidad.
La mejor manera de contar una mentira es variar sólo pequeños elementos de la realidad. Aunque estés escribiendo fantasía, es importante que establezcas explicaciones plausibles. La ficción depende sobretodo de que ofrezcas tanta credibilidad como el género demande (los comics no demandan tanta credibilidad como un libro de ficción serio).
3. Relaciona los acontecimientos con las motivaciones de tu personaje.
Un método poderoso para conseguirlo es partir de las motivaciones de tu personaje principal. Pregúntate cual es el objetivo principal de tu personaje. Mientras el lector busque la manera de que tu personaje consiga obtener sus objetivos, tú, como planeador del argumento, debes oponer cada vez mayores obstáculos a sus logros. Un héroe o heroína con una motivación fuerte siempre ofrecerá más causalidad a tu argumento.
4. Evita los finales milagrosos.
Al final de los dramas griegos, solía bajar una deidad al escenario mediante una técnica llamada Deus ex Machina para solucionar lo que parecía demasiado complicado para la lógica humana. Actualmente este tipo de finales hacen que el lector se sienta totalmente decepcionado.
Anton Chejov dijo una vez que nunca se debe incluir una pistola en una historia a no ser que ésta deba ser disparada. La ley inversa también funciona. Si una pistola es disparada debe de haber aparecido antes.
Para decirlo claramente, los escritores deben poner suficiente información en sus manuscritos como para que, al llegar al final, éste sea lógico y coherente.
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