jueves, 2 de octubre de 2008

La vida misma hecha arte


En una nota para La nacion de Mario Vargas Llosa publicada el 17 de setiembre de 2005 ,Mario se maravilla de cómo pudo un folletín burdo y mal escrito como el que hizo Alexandre Dumas hijo con La Dama de las Camelias, convertirse en tal best seller que llevado al teatro inspirar a Verdi para hacer la opera La Traviata . El tema de la prostituta tuberculosa que hace llorar al público con sus dolores y su muerte temprana desde 1840 tiene aciertos que cualquier escritor enviadiaría, incluos el mismo Vargas Llosa, que comenta :
." Este libro ha hecho y hace llorar todavía a millones de personas en el mundo, ha sido traducido a todos los idiomas imaginables y ha servido de fuente nutricia a genealogías de melodramas. Su historia ha sido recreada desde entonces por doquier y con pequeños o grandes acomodos. La verdad es que, si este libro no hubiera sido escrito y, sobre todo, tan imitado, ni el teatro ni el cine ni la música ni la pintura de nuestro tiempo serían lo que son. ¿Por qué una tan mediocre, convencional y truculenta novela, repleta de lugares comunes, escrita sin nervio ni fantasía, que manipula tan groseramente la sensiblería de los lectores y exhibe una moral tan falsa, puede alcanzar una audiencia tan descomunal? Es uno de los misterios de la literatura en particular y del arte en general. La dama de las camelias no es el primer caso, ni será el último, en que un muy mediocre producto artístico consigue, como si hubiera sido esperado ávidamente por un vasto público, llenar un vacío, satisfacer un apetito psicológico, moral o intelectual, que las más grandes realizaciones del arte o la literatura son incapaces de llenar. Ocurre que, en ciertas épocas, no es de una vida alternativa, de un mundo de estricta ficción de que tiene urgencia el gran público, sino de esa chata y cruda realidad de que se alimentaba el folletín en el siglo XIX (o la telenovela de nuestros días).
Sin proponérselo ni siquiera sospecharlo, Alejandro Dumas, hijo, consiguió con La dama de las camelias tocar una cuerda profunda de la realidad humana y hacer sentir a hombres y mujeres de su tiempo que la tragedia encarnada por Marguerite Gautier y Armand Duval los representaba con fidelidad, que era "la vida misma hecha arte".
En cierto sentido, tenían razón, ya que el melodrama está más cerca de la vida real que el drama o la tragedia, la subliteratura que la literatura. El arte no es la vida, es "otra" vida, recreada y distinta de aquella en la que estamos inmersos, tan distante de la real como la que separa a la lacrimosa heroína de la novela de Alejandro Dumas, hijo, de la Emma Bovary de Flaubert. "