sábado, 3 de octubre de 2009

El ABECÉ del escritor, por Lucia Etxebarría

CRÍTICA
Un joven autor debe recordar que las razones que lle­van a un crítico a reseñar una obra suelen ser muy varia­das, siendo una de tantas, pero no la principal, el valor li­terario de la misma. Hemingway, Flaubert y Galdós, por citar solo unos ejemplos, merecieron en su día el general menosprecio de la crítica. Echegaray y Benavente, consi­derados hoy unánimemente como autores de segunda fila, obtuvieron sendos premios Nobel. Esto no quiere de­cir que la crítica se equivoque por sistema, simplemente que a veces lo hace.

DEBATE
Un supuesto intercambio de opiniones e ideas entre escritores que, o bien no están informados del tema a tratar y además no cuentan con un solo dato empírico que pueda refutar la tesis que defienden, o bien sí lo están pero se encuentran que el moderador o el medio en el que publican censura continuamente sus opiniones; o bien están informados y hablan libremente, pero deben enfrentarse al hecho de que unas imposiciones de tiem­po o de espacio impiden que el debate arribe a ninguna conclusión.

ÉXITO
El éxito se mide por el éxito, en palabras de Doris Les­sing. Esta autora, en plena cumbre de su carrera y cuando ya era considerada unánimemente como una de las más importantes de su generación, escribió bajo seudónimo dos novelas que, tras ser rechazadas por sus editores y más tarde publicadas en una editorial menor, consiguie­ron unas críticas tibias y unas escasas ventas. Experimen­tos similares llevados a cabo por numerosos escritores han dado lugar, invariablemente, a resultados similares. Dos novelas de parecida calidad, la primera escrita por un autor consagrado y la segunda por uno novel, obtendrán respuestas de crítica y público muy distintas. La primera, en general, conseguirá un éxito notablemente mayor que la segunda.

Un autor debe estar preparado para el éxito. El éxito origina, irremediablemente, un aluvión de críticas malin­tencionadas por parte de los que no lo tienen. En el mun­dillo literario se da por hecho que el escritor de éxito ha obtenido su reconocimiento merced a cualquier cualidad que no sea su capacidad de contacto con la sensibilidad del lector. Se adjudicará su éxito a su físico, a sus excelen­tes relaciones con tal y cual editor o director de periódico o académico, a su claudicación ante los imperativos co­merciales... Esta ecuación éxito = trampa, sin dejar de ser cierta en algunos casos, no es de ningún modo aplicable a todos. En cualquier caso, el escritor de éxito debe estar preparado ante lo que se avecina, y aferrarse más que nunca a aquello en lo que cree (su trabajo, sus ideas, sus seres queridos) intentando desoír el clamor de comenta­rios malintencionados que le rodeará.

FACTORES DETERMINANTES EN LA COMPRA

Son, por este orden: título y autor, precio, sinopsis, crí­ticas o reseñas, colocación en el punto de venta, las buenas ventas del libro (el éxito se mide por l éxito…), y la estética del libro. (*)

FRACASO
La vocación de un autor se prueba en el fracaso. “La única respuesta posible, lo único que permite soportar la sole­dad, las dudas sobre tu propio trabajo, el desinterés ajeno, el es­fuerzo incesante, es la vocación”, en palabras de Laura Frei­xas. Y esta, lo garantizo, es resistente a críticas negativas y a rechazos. Un autor que ansía publicar no es escritor. Lo es un escritor que ansía escribir; es más, que no puede evi­tar hacerlo.


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JOVEN

A los veintiséis años uno deja de ser considerado ofi­cialmente joven. Ya no puede obtener descuentos en trans­portes, ni viajar en Interraíl, ni conseguir acceso gratuito a según qué sitios. A partir de los veinticinco años se supo­ne que empieza a disminuir la capacidad sexual masculi­na. Las mujeres utilizan cremas antiarrugas y reforzantes desde los veintipocos. Pero para el escritor novel el tiem­po se detendrá milagrosamente y podrá presumir de lo­zana juventud casi hasta los cuarenta. Aunque ya peine alguna que otra cana y se le vean las patas de gallo al son­reír, se le seguirá catalogando como escritor joven, y no habrá alusión a su persona publicada en un medio de co­municación que no vaya inevitablemente sucedida por una referencia a su juventud. Poetas como Rimbaud o Christina Rossetti publicaron a los dieciséis años; novelis­tas como Radiguet, Jane Austen o Ana María Matute es­cribieron su primera novela antes de los veinte. Y en ge­neral la mayoría de los autores y dramaturgos clásicos ya habían escrito gran parte de su obra antes de los treinta (y más les valía, si tenemos en cuenta que una vida que se extendiera más allá de los cuarenta y cinco dejó de consi­derarse un hecho excepcional en el siglo XX, y esto exclu­sivamente para el Primer Mundo). Sin embargo críticos y editores se empeñan en cuestionar que una persona a los treinta años haya adquirido la experiencia suficiente como para plasmada en una obra literaria. E incluso algunos dudan que un autor de veintiséis años posea el necesario conocimiento de la vida como para atreverse a hablar del amor, como se publicó a propósito de un premio Planeta. Resumiendo: que el crítico que olvida la historia de la li­teratura está condenado a... escribir tonterías.


LIBRERO

El señor que decide la vida comercial de un libro. Los editores, sabedores de cómo influye en la venta de un li­bro su colocación bien visible en un estante destacado del establecimiento de venta, negocian con los libreros esta ventaja a cambio de un descenso en los márgenes de distribución de su producto. Este tipo de acuerdos bene­ficia claramente a las grandes superficies y a las grandes editoriales. Un libro publicado en una pequeña editorial posee escasas ―por no decir inexistentes― posibilidades de acceder al gran público, en primer lugar debido a la escasa distribución en librerías que una pequeña edito­rial puede garantizar; y en segundo, a la colocación secun­daria que inevitablemente se le destinará a su libro en las pocas librerías a las que consiga llegar. El comprador de li­bros suele actuar por impulso. Compra el libro que ve; y en el hipotético caso de que acuda a la librería con la in­tención de adquirir un libro determinado, cejará en el intento si no lo encuentra allí; y regresará a su hogar, en un 95% por ciento de los casos, después de haber adquirido otro título que sí encontró en el establecimiento.

LISTAS DE VENTAS

Las listas de ventas de libros publicadas en los suplementos culturales de los diarios de difusión nacional se confeccionan a partir de datos proporcionados por cuatro grandes superficies de la capital. Esto implica que las lis­tas de ventas no tienen ningún valor real, sino indicativo, puesto que, obviamente, los libros que se venden en Ma­drid no son los mismos que se venden en Barcelona, en Bilbao o en Santiago, y así se ningunean de plano grandes cifras de venta conseguidas por autores cuyo ámbito de influencia sea local. Por otra parte, resulta muy curioso comprobar que en numerosas ocasiones las listas publica­das por los tres suplementos culturales de este país ―Babe­lia, El Cultural y La Esfera― diferían en su contenido, a pe­sar de que citaban a idénticas fuentes de información; lo que lógicamente nos llevaba a dudar de la fiabilidad de dichas listas. Desaparecida La Esfera y la lista de Babelia, solo queda la lista de El Cultural como poca fiable referencia.

MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Un autor joven se ve sometido inevitablemente al si­guiente dilema: ¿debe someterse a entrevistas en los me­dios de comunicación, que siempre ofrecerán una imagen distorsionada de su persona (pues dicha imagen se con­feccionará a partir de un cuidadoso extracto de selección y montaje de sus palabras para adaptarse a la idea del escritor joven que el medio de comunicación en cuestión desea ofrecer a su público), o debe negarse a aparecer en medios de comunicación y suicidarse comercialmente (porque sin promoción no hay ventas, y sin éstas se anula la publicación de una segunda obra, y por tanto la conti­nuidad de un proyecto literario)?




PORCENTAJE DE LECTORES EN LA POBLACIÓN

Un 50% de los españoles leen. Entre este 50% un 54% son hombres y un 46% son mujeres. Espa­ña es el único país europeo en el que los hombres leen más que las mujeres. Esto se explica por la elevada tasa de analfabetismo funcional entre mujeres mayores. Pero entre los menores de 30 años, las mujeres leen más que los hombres. En todos los países europeos compran más li­bros las mujeres que los hombres, excepto en España. El índice más alto de lectura corresponde a los menores de 30 años. El 74% de los españoles menores de 30 años lee al menos un libro al año. Solo el 35% de los de 45 a 59 años y el 23% de los mayores de 60 pueden pre­sumir de lo mismo.

Aunque nuestro porcentaje de lectura sea pequeño en comparación al de otros países europeos, los lectores es­pañoles son los segundos más activos de Europa, después de los holandeses, y dedican nada menos que 79 minutos diarios de su tiempo a la lectura, casi media hora más que los alemanes. (*) La parte del tiempo libre que las mujeres dedican a leer libros, según Enrique Gil Calvo, supera en un 20% a la de los hombres.

PORTADA
Como bien saben los editores, la estética de un ejem­plar tiene especial interés para españoles, franceses e ita­lianos. La afirmación “me gustan los libros bellos” figura­ba en ambos países entre las cinco primeras respuestas a la pregunta “¿qué le impulsa a comprar un libro?”. (*) Esta es la razón por la que el editor vetará en numerosas oca­siones la portada propuesta por el autor, por no conside­rarla suficientemente comercial.

PRECIO
España es uno de los países de Europa en el que más caros son los libros, por ser uno de los de menor índice de lectura. Causa y consecuencia: Cuantos menos libros se vendan, más cara resultará su publicación. Por otra parte, mientras más caro sea el libro, menos se venderá. Y así hasta el infinito.

PREMIO
Se acepta comúnmente que casi todos los premios lite­rarios ―por no decir todos― que conllevan una importante dotación económica están pactados, hasta el punto de que se ha convertido en una de las mayores obsesiones de al­gunos columnistas la de intentar averiguar la identidad del ganador semanas antes que el premio se falle. Una parte del mundo de las letras, la más fundamentalista, de­nosta esta práctica por creer que atenta contra la pureza del quehacer literario; mientras que otra considera que los premios millonarios contribuyen a acercar la literatura al gran público. Un joven autor con dos dedos de frente no debería perder su tiempo presentándose a según qué cer­támenes literarios, a no ser que su agente se lo recomien­de encarecidamente, que sus razones tendrá.

PROMOCIÓN
Estadísticamente, los húngaros y los españoles somos los que concedemos mayor importancia a la publicidad en radio y televisión a la hora de comprar un libro. En todos los países crítica, reseñas y apariciones en prensa se citan por los compradores como factores determinantes en la compra. (*) Un joven autor debe tener en cuenta que no aparecer en los medios de comunicación equivale a no existir, comercialmente hablando.

QUIÉN ES QUIÉN EN LA LITERATURA ESPAÑOLA
Se considera autor superventas en España a aquel que haya superado la barrera del cuarto de millón de ejempla­res vendidos. Los autores más vendidos son Corín Tellado y Alberto Vázquez Figueroa. El autor más vendido de en­tre los que cuentan con cierto respeto crítico es Antonio Gala, si nos referimos a obra general. Si nos referimos a aquel que más ejemplares por título vende en los últimos cinco años, hablaríamos de Miguel Delibes o Arturo Pérez Reverte. Le siguen de cerca Antonio Muñoz Molina, Te­renci Moix y Almudena Grandes (que superó el millón de ejemplares con Las edades de Lulú). Entre los cincuenta y cien mil ejemplares se sitúan autores como Rosa Montero, Bernardo Atxaga, Carmen Martín Gaite, Eduardo Mendo­za, Torcuato Luca de Tena, et moi même. (**)

Una primera novela que supere los 20 000 ejemplares se considera un fenómeno sociológico (privilegio que le corresponde a servidora). José Ángel Mañas, con Historias del Kronen, y Pedro Maestre, con Matando dinosaurios con tirachinas, superaron los setenta mil gracias al premio Na­dal. El otro superventas entre los escritores menores de 30 años es Ray Loriga que vendió 20 000 ejemplares de su segunda novela, Héroes. (**)

Las cifras de venta son aproximadas. Las editoriales y las listas de ventas tienden a falsear las cifras reales.


SUPLEMENTOS LITERARIOS
Se da por sentado que la opinión de los críticos litera­rios del diario El País será benévola a la hora de reseñar obras de las editoriales Alfaguara, Anaya, Taurus, Santillana, etc..., y que la sección de cultura de El Mundo inclinará su balanza a favor de las obras literarias escritas por los colaboradores del diario en el que trabajan. En cuanto a El Cultural, se ha hecho acreedor de cierta aura de imparcialidad y rigor, pero también de fama de vetusto y de excesivamente conservador.

TEMAS
La novela policíaca y el libro de viajes son los géneros literarios preferidos en casi toda Europa. Las personas con estudios superiores se inclinan por la novela histórica, el ensayo, los clásicos y las biografías. Las novelas de amor y las biografías ocupan los primeros puestos de la lista de preferencias de todos los encuestados. (*)

TRADICIÓN
Lo que no es tradición es plagio, reza el aforismo. Un escritor que se limite a leer a sus contemporáneos limita su visión del mundo y sus perspectivas estilísticas. Dema­siados escritores españoles buscan su tradición en fuentes ajenas antes que en las propias. La historia de nuestra li­teratura española más reciente ha sufrido una falsificación que nos ha escamoteado la apreciación real de la genera­ción literaria de nuestros padres, lo que ha llevado a de­masiados escritores jóvenes españoles a rechazar una obra que a veces ni siquiera conocen. Una exclusividad de mo­delos extranjeros conlleva los inevitables neologismos estilísticos y una distorsión de la realidad. Si algunos hi­cieran un esfuerzo de investigación, probablemente des­cubrirían que Aldecoa es mejor cuentista que Carver.


VIDA DEL LIBRO
Un libro desaparece de las librerías en cuanto deja de vender y, a no ser que se trate de un clásico, se descatalo­gará rápidamente. La vida del libro suele tener una dura­ción directamente proporcional a la del volumen de ventas de la editorial en que se publicó y de las del propio libro.

X
La incógnita. Factor que determina la venta masiva de títulos que salieron a la calle sin particular esperanza de éxito ni esfuerzo promocional por parte del editor, o el fracaso de títulos que salieron al mercado en las condicio­nes exactamente contrarias.

Y
Yo, yo y nada más que yo. Una de las marcas más sig­nificativas a la hora de identificar en una reunión al escri­tor de éxito: su inevitable egocentrismo.



(*) Encuesta de índices comparativos de hábitos de lectura

Bertelsmann Buch Ag. 1994.

(**) FNAC España, departamento de libros.

Tomado del volumen La Eva futura: cómo seremos las mujeres en el XXI y en qué mundo nos tocará virir; La letra futura: el dedo en la llaga, cuestiones sobre arte, literatura, creación y crítica. Editorial Destino, Barcelona, 2000.

El estilo literario

( de http://www.gestionesliterarias.com)
El estilo es indispensable para fijar la inspiración en una forma artística. Por medio del estilo el artista fusiona y armoniza los diversos elementos, dándoles una unidad, al mismo tiempo que logra que los demás veamos el argumento, como lo ven sus propios ojos.
El estilo es inseparable de la obra de arte acabada. La penetra, la invade y, sin embargo, permanece en cada momento invisible como algo que no se deja comprobar.
La finalidad de la literatura es esencialmente estética; es decir, pretende producir belleza. El texto literario se caracteriza, entre otras propiedades, por:
Predominio de la función poética del lenguaje: el texto llama la atención por sí mismo, por su original construcción, que lo distingue del uso normal, para así dotarse de especial y nueva significación.
Por la connotación, que es especialmente relevante: la palabra poética no se agota en un solo significado; no es, como en el lenguaje común, simple sustituto del objeto al que se refiere, sino que su significado se ve acompañado de distintas sugerencias y sentidos que sólo pueden apreciarse en su contexto.
Es imposible separar qué es lo que dice el autor (el contenido, la significación) de cómo lo dice (la forma), aunque esta división pueda ser útil en determinadas ocasiones como recurso metodológico.

Quien nada lee mal escribe. Es, sin lugar a dudas, en el primer párrafo de un manuscrito donde se advierte el estilo que emplea el escritor; por la sintaxis desprovista de oscuridades, o la forma de adjetivar que más se ajusta a las diferentes frases y no la más linda o pintoresca. ¿Por qué el primer párrafo, si es tan solo un párrafo? El párrafo en sí mismo, debe contener un argumento coherente, una secuencia de pensamientos bien hilvanados. Cuando se termina esta secuencia o situación, hay que considerar la puntuación, las comas , o puntos y comas y la conjugación verbal, Así como la herramienta para encontrar palabras y su significado, es el diccionario y para construir frases es la gramática, para construir un párrafo con claridad, necesitamos revisar los manuales de lógica y dialéctica, y que están al alcance de todos. Hay gran cantidad de escritores que alargan la información, hasta entrada ya las cien páginas, en donde comienza recién la trama. He leído varios libros así. Novelas insoportables que daban verdaderas lecciones de informática, de astrología o religión, cuando una lo que quería era llegar a saber de qué trataba el libro y seguir paso a paso la trama. Larguísimos comienzos y tramas débiles o finales pocos creíbles. O el punto de vista equivocado. En algunos momentos cae en tópicos y en frases hechas que hay que revisar. O qué decir de la construcción de los personajes esteriotipados, olvidando que están escribiendo una novela no un cuento.¿Podemos separar el estilo del tema o la idea del argumento? ¿Puede el escritor romper con su manera de pensar de concebir el mundo de visionar el futuro? No, desde luego, porque eso es el estilo literario. El estilo es lo que contiene al escritor. Toda lo cosmogonía que conforma su universo y que únicamente le concierne a él, por estar hecha de sus propias experiencias, tristes, alegres, fantásticas. Claro que existen escritores prolíferos, geniales, que han basado sus libros de viajes o aventuras sin haberlas tenido jamás. Julio Verne viajó muy poco, limitación que suplió mediante un trabajo meticuloso de documentación y una portentosa imaginación. Se escapó de su casa a la edad de 11 años para ser grumete y más tarde marinero, pero, prontamente atrapado y recuperado por sus padres, fue llevado de nuevo al hogar paterno en el que, en un furioso ataque de vergüenza por lo breve y efímero de su aventura, juró solemnemente no volver a viajar más que en su imaginación y a través de su fantasía.

jueves, 1 de octubre de 2009

Sistema de self - editing

Vale la pèna leer este articulo , pero basicamente dice que para autoeditarse hace falta : dejar el material de lado, esperara aque se enfrie, y volver a el cuando ya olvidaste que habias ecsrito. Entonces regresass a leerlo como nuevo, y lo eidtas como si fuera el texto de otro. Sin amor, sin piedad , hay que cortar todo material que no ayude a que avance la accion . No hay que enamorarse de lo que uno escribió, y hay que serrucharlo sin pieda. Es lo mas parecido a ser jurado en un concurso de belleza en el que participa tu hermana : uno tiende a ser parcial, pero hay que ser objetivo. Tambien ayuda el truco de Cortazar : ller o escrito en voz alta y escuchar la candecia y el sentrido de las frases. Si no funcionan en voz alta, no funicona. Cortazar se grababa leyendo sus textos,. Y a lo que carecia de musicalidad oral lo quitaba. Hay que ser duro con uno msimo, pero asi es el editing efectivo.


Maybe in the movies, maybe in your dreams, maybe it really does happen on rare
occasions, but most of the time, it just plain doesn't. Back to the great idea.
It hits you and you can't wait to get to your keyboard (or legal pad or typewriter). You lave over the first draft, but it's a willing bondage -- this project is promising. Finally you're finished. You put it aside and pretend it doesn't exist. ou work on something else, clean your bathroom, go grocery shopping, attend to the business of living or earning one. Then, once you've let the piece cool, you pick it back up.
Yes, there's something there and that feels pretty damn good, because, as a writer, you know with hard work, good editing and multiple revisions, this piece might have a chance.
You might not make it to Oprah, but this little baby could pay off the rest of your college loan. Or at least cover the next month's phone bill.
Self-editing and revision -- it's a process most neophyte writers don't like -- heck,professional writers don't like it either -- but the pros, the ones in this talent-dense profession who consistently turn out smart, polished prose, know it's the editing and revising that separate writers who make money from the writer wannabes. Consider this scenario: Joe Aspiring asks his friend, Mary Sellsalot, to critique some writing for him. She does and gives him some pointers, recommending he revise certain parts and re-edit the piece. Joe gets huffy, "I'm not changing a thing." It's nice that he likes it because, odds are, he's the only one who's ever going to read it all the way through. And he shouldn't bank on selling it to pay his rent, either. The only current market for sloppy writing is on personal home pages. Sorting through the jumble of words and making them sing is a big job, and one requiring as much inspiration and talent as the initial draft. But how does a novice learn to self-edit, pick up on the tricks to successful revision and keep his or her sanity intact? The answer is complex, but do-able.
First, there's no right or wrong approach to the refining process. What works for one writer might be poison to another. Dana Nourie, a San Jose-based freelancer who writes for Family Circle, Walking Magazine, Fitness, Family Life and numerous web sites, says she edits as she puts together her first draft.
"Fortunately, I don't use a chisel when I write, and the computer makes self-editing much easier," Nourie said.
Texas-based freelancer Margie Culbertson-McCaskey, on the other hand, completes her first draft, then edits.
"Only edit after you finish the piece," Culbertson-McCaskey, who's written everything from greeting card verses to magazine articles for the Christian market, says. The two writers may have different takes on editing initial drafts, but they agree on several important editing techniques. Both say to set the piece aside after first drafting it and let is cool prior to editing. That puts some distance between you and your work and allows you to reconsider it from a fresh point of view. Then edit, edit, edit and, when you think your writing's the best it can possibly be -- edit some more. Another editing technique endorsed by both Nourie and Culbertson-McCaskey is to not only read one's words, but hear them. Nourie always reads her work out loud, listening to what she's written, checking the cadence and flow of the phrases, gauging how they sound to the ear. She also uses Via Voice software, enabling her to dictate handwritten pieces into the computer. But the Via Voice feature most appealing to Nourie is the one that allows the program to read her piece back to her.
"I find a lot of errors in my work that way," Nourie said Although editing approaches may differ, basic rules of grammar and composition still apply, whether the piece is destined for a scientific journal or a folksy newsletter. One key to quality self-editing is to acquaint yourself with good reference material, such as(William) Strunk and (E.B.) White's "The Elements of Style." A concise classic that covers everything from punctuation to plurals, it should be annual required reading for all writers. Consult it for quick references when composing and editing. And, depending on the target market, "The Associated Press Style Book" or another news service style book can be an invaluable resource when working within the stylistic peculiarities of newspapers.
Manuscripts, both fiction and non-fiction, awash with typos and misspellings rarely rise from the slush pile. If you first attend to the mechanics of good writing, you'll greatly increase your chances of distancing the pack.
But writers who dot and cross all the right letters still must work on crafting their work with just the right combination of words, style, point of view, dialogue and quotes. That's where revising comes in.The old cliche "practice makes perfect" is a self-evident truth in the writing profession. It may sound like drudgery to walk down the same path time and again, but many best-selling authors have been quoted as saying the art of writing is really the art of "rewriting." Barbara Short, whose work has appeared in publications ranging from Better
Homes and Gardens to Readers Digest, says she developed her own formula for putting together winning material. Short works with an outline, then rewrites.
"Half a dozen drafts and I am ready to sell," Short says. The stringent rewriting works for her in a big way. In addition to her magazine articles,Short's also written for more than 40 newspapers and sold poetry, prose and non-fiction in the course of her career. Short doesn't mind constant rewriting because she knows it only makes her work better.If rewriting a draft six or more times sounds deadly to you, cheer up. Although the process can be frustrating, it's also rewarding to see a rough piece turn into something readable and, more importantly, sellable.
Newspaper and online humor columnist and forthcoming e-book author Sharon Wren says she considers the editing and writing sides of her writer persona to often be at odds,with the editor side chopping away while the writer protests.
"I think self editing encourages multiple personalities," Wren says of the process.And it's true that revising your work can be a traumatic experience. No one likes eliminating a passage, joke, quote or a character that's dear to his heart. But revision often casts the writer in the role of mercenary: anything that doesn't advance the story or article is a candidate for excision.
And that's another integral part of editing and revision -- the writer must be able to stand outside his work and view it objectively. Without objectivity, revision can't and won't work.It's a difficult trait to master.
Self-revision can be likened to judging a beauty contest your sister's entered. You love your sister. In your eyes, she's the most beautiful, talented and accomplished contestant in the pageant. But -- is she really all those superlatives-- or are you seeing her through eyes clouded by prejudice?
When rewriting your own work, put aside any affection you may have for it. Read and listen to it with the eyes and ears of a stranger. You might find that brilliant passage isn't as witty or moving as you thought and, remember, editors looking at your work won't be biased. They're running their businesses with the bottom lines in mind and you should, too.

Entrevista a Juan José Millás


SE ESCRIBE PARA MATAR EL CANARIO
( Desgrabación de una conferencia en Buenos Aires, por Ana von Rebeur, publicada en el diario de la Boutique del Libro de San Isidro )

El irreverente autor de “ El orden alfabético”arremete contra el Papa, la prensa , la Comunidad Europea y la sociedad de consumo . Con un aire distraído que recuerda a Peter Sellers, Millás narra los desopilantes argumentos de sus novelas y explica que diferencia hay entre alguien que escribe y un escritor .

Un escritor se hace . ¿ Pero cómo se hace? Nadie nace sabiendo escribir, así que se puede aprender . Se puede enseñar la técnica de qué tornillo va con cuál . Y aunque no creo que sea necesario pasar por ahí para ser escritor, tampoco estorba . Pero en los talleres literarios se pasan quince días enseñando cómo un destornillador saca un tornillo: ese es el problema . Yo creo que ser escritor no es tanto cuestión de técnicas sino de tener una mirada entrenada , que es la que permite crear un espacio donde se den las condiciones para que pueda surgir un pensamiento literario. El escritor es quien tiene la mirada más ingenua . Es el tonto que vive advirtiendo que el; rey está desnudo. En el cuento, era un niño el que decía la verdad. Un escritor tiene esa mirada de tonto sincero, que grita lo que ve. Un escritor , de alguna manera es un tonto mixto, es el tonto que se come a los otros tontos .

Escribir una novela es meterse en un mundo irreal. Es cuestión de práctica : uno se ha acostumbrado de pequeño a disimular , y a fingir que está aquí cuando no está aquí. Mi novela anterior a “El orden alfabético”,-que se titula “Tonto, muerto, bastardo , invisible”- cuenta la historia de un ejecutivo que tiene una crisis personal en su vida, en la que empieza a pensar en el pasado y a recordar que , de pequeño , él era tonto. Pero como los compañeros de escuela se reían de él, un día se cansó y decidió disimular. Y disimuló con tanta eficacia que empezó a sacarse diez en clase , y luego , con los años , fue un ejecutivo con un trabajo estupendo, se casó con una mujer normal , y disimuló tan bien que él mismo había llegado a olvidar que era tonto. En esta crisis , justamente, este hombre recuerda que era más tonto que los demás y que su vida fue puro teatro . A partir de ahí la realidad se le modifica, porque él empieza a reconocer otros tontos en todas partes , ya que es sabido que un tonto reconoce a otro tonto enseguida, así como dicen que los enanos tienen un sexto sentido para reconocerse en público .Empieza mirar televisión y se da cuenta que el presidente de Estados Unidos es otro tonto como el , y que toda la gente importante es muy tonta , porque cuanto más han subido en la vida es porque más han tenido que ocultar . ¿ Por qué querría alguien ser Papa, por ejemplo? Si uno no tuviera que ocultar una minusvalidad realmente grave ...¿ Qué interés iba a tener en ser Papa? ¿ Hay alguna explicación? El hombre de la historia empieza a darse cuenta de que el mundo está dirigido por tontos como él , y no sabe cómo advertir de esto a la población . Porque aunque sea la verdad, él no puede decir la verdad porque no tiene autoridad : es un tonto y lo sabe . Entonces así entiende cómo anda el mundo : “Si está dirigido por tontos como yo, ¿ cómo va a andar bien?” . Entonces también empieza a recordar que cuando era pequeño murió, y que por no darle un disgusto a sus padres continuó haciendo como que estaba vivo . Lo que cuenta la novela es que todo es compatible : puedes ser tonto y Papa. Y también puedes ser escritor, tener un pie metido en estas historias , pero al mismo tiempo puedes llevar una existencia real... si practicas, claro .Y si no, seguro que hay un libro de autoayuda que podrá serte útil.


La realidad no es un hecho cerrado , sino que es la interpretación que hacemos de ella . No nos pasa lo que nos pasa, sino lo que nos parece que nos pasa. Yo soy periodista y creo que los periodistas creamos hábitos de consumo. En una época en que yo vivía solo me tocaron la puerta y vino una chica para hacerme una encuesta sobre hábitos de consumo porque estaban por hacer un supermercado en la zona. Yo creí que la encuesta sería más ingenua , pero me quedé muy sorprendido al ver que absolutamente todos lo actos de nuestra vida están registrados como posibles actos de consumo . Me enteré que comprar libros y discos son actos de consumo culturales. Me empezó a dar un poco de miedo, pero le quise decir la verdad , aunque introduje una variante falsa cuando llegó a la zona de consumo de animales domésticos. Me preguntó si consumía alguno.Entonces le dije en chiste que consumía un canario . La chica se fue, pero esa noche me fui a la cama y empecé a oír que cantaba un canario. Ese canario imaginario empezó a crecer en mí y ya era un canario real , que no me dejaba mirar televisión con sus cantos. Sólo conseguí desprenderme de él matándolo en “El desorden de...? nombre? “, donde hay un asesinato de un canario, que es este canario imaginario que se había metido en mi vida por culpa de esta encuesta . Lo maté y me liberé.En esta novela también hablo de que todo lo que no se puede registrar como hábitos de consumo no existe . A él le afecta esto , entonces el le dice a la encuestadora que tiene una mujer y un hijo que no tiene . Cuando la encuestadora se va esa mujer y el niño irreales se convierten en seres con los que tiene una relación muy intensa . Y hay una parte de la novela que me gusta especialmente, que es un momento en el que él se va a visitar una hermana suya que vive en una enciclopedia , en un articulo sobre el aborto , a la que le cuenta que él es periodista , que es quien crea el habito de consumo de la realidad.


A raíz de esto escribí un cuento imaginando lo siguiente : ustedes saben que en España, por pertenecer a la Unión Europea ahora tenemos cuotas fijas de leche que es lo máximo que podemos producir . En Asturias se han sacrificado muchas vacas , y en el sur están arrancando vides por estos acuerdos . Yo me imaginaba que en una reunión de ministros de la comunidad europea estos deciden que la novela es una industria contaminante , pesada y que por lo tanto , las novelas se iban a escribir en Singapur y se iban a importar con zapatillas, y que como los novelistas protestaban mucho, accedían a concederles una cuota máxima : “Usted puede escribir dos cuentos al año”. Ese sería el primer paso. En el segundo, nos dirían “usted ya no puede escribir nada “. Y en el tercero , nos dirían “usted tiene que desescribir lo que ha escrito,y le pagaremos por ello” , y pagarían como a los que arrancan vides o matan vacas . Conozco un agricultor que tenía vacas y ya no las tiene . Y siempre pienso : “ Este hombre , cuando llega la hora de ordeñar ¿ dónde mete las manos?” Yo no sé qué haría con mis manos si llegara la hora de escribir y no me dejaran hacerlo. Y todavía escribir es una actividad que la puedes hacer en la clandestinidad , pero...! a ver cómo crías vacas en la clandestinidad!.
Esta operación de arrancar vides y matar vacas es mucho más grave de lo que parece a primera vista. No se están arrancando vides se está arrancando una realidad. Esa gente lleva siglos haciendo eso y hay todo una cultura en torno a eso , por lo tanto se está desrealizando una zona de la realidad, se está desescribiendo . Yo podría ir al ministerio y decir “He desescrito “ El desorden de .....? “, y me darían dinero como al señor que dice “He arrancado siete cepas”. En Italia le dan tanto dinero como cuernos de las vacas muertas lleven . En esa historia aparecían individuos desaliñados y bohemios que eran los desescritores, que iban a la televisión a decir “Yo he desescrito Madame Bovary...Fue un verdadero esfuerzo.” ¡Y el desescritor de Shakespeare no les puedo contar como era !
A lo mejor esta fantasía loca ya está instalada en la sociedad. En algún punto, me pregunto... ¿La prensa no está desescribiendo ya la realidad? Cuando la noticia de un suceso tan infinitesimal como la muerte de Lady Di cubre la primera plana durante semanas....¿ eso no es ya un modo de desescribir la realidad?


La única herramienta de interpretación de la realidad es la palabra, pero me mostraron una estadística que contaba que en España perdimos en los últimos años unas 80 palabras del lenguaje cotidiano . Cuando se pierde una palabra es como si se perdiera una pieza dental : cada vez tenemos menos instrumentos para masticar la realidad. Por lo tanto, nos la tienen que dar ya prácticamente digerida. La realidad digerida es un hábito de consumo, y nos vamos habituando a consumir la realidad en papilla.
Ahora el fin de las telenovelas lo decide gente que dirige la realidad optando por el final que más le gusta en una cabina cerrada . Si te invitan a un programa de televisión , lo primero que te dicen es “No hables más de 15 segundos porque la gente no puede mantener la atención por más de 15 segundos: la población ya está idiota. No uses palabras rebuscadas . Lo importante no es lo que digas , sino que te veas bien “. Por eso , la televisión es uno de los grandes desescritores de la realidad. Y además, dicen que ya la van a vender encendida, para no tener que encenderla.

Tengo la suerte de trabajar para el diario “El País”y hago reportajes por gusto, porque cada vez me gustan más . El periodismo es literatura , y un buen reportaje se puede leer también como un buen cuento .A mí me parecen mentira que me paguen por hacer lo que hago, porque me gusta y me divierte mucho. Además , el periodismo me permite cambiar de actividad . Yo tengo un temperamento un poco infantil y no resisto estar mucho tiempo en la misma actividad. Si yo me levantara de la cama y sólo pudiera escribir una novela que tengo entre manos no me levantaría porque me parecería muy agobiante. Por eso yo me levanto y hago dos horas trabajando en la novela, luego preparo el artículo que tengo que entregar , luego preparo una conferencia que voy a dar , y todo eso me permite cambiar de actividad cada dos horas más o menos. El periodismo me parece además un privilegio porque no puedo concebir que un escritor que no esté vinculado a la prensa . Me parece que es como estar fuera de la realidad . La realidad mediática es un nuevo generador de lectores . Me gusta mucho y a veces me pregunto por qué escribo novelas pudiendo escribir sólo periodismo , pero bueno. Lo hago para poder matar al canario.

Creo que el escritor es una persona que tiene la mirada entrenada , a fuerza de trabajar la manera de mirar . Ve cosas que a otro le pasan desapercibidas .Ser escritor es algo que se logra a base del deseo. Si uno quiere ser escritor es porque en ello se juega algo muy importante , porque necesita. Hay una diferencia muy grande entre el que quiere escribir y el que quiere ser escritor . Son dos cosas distintas. Es la misma diferencia entre el que quiere tener plantas en su casa y el que quiere ser agricultor . A mí me puede gustar tener plantas en casa para verlas, pero si no me gusta regarlas , abonarlas, saber si la tierra es ácida o no , pues nunca tendré en casa . Pero en cambio, aquel al que le gusta preparar la tierra y regarla, tendrá plantas como efecto secundario . Decía alguien “ten cuidado lo que deseas en la juventud , porque eso serás en la edad madura”. Yo creo que si uno desea mucho escribir , pues , como efecto secundario, acabará siendo escritor porque se lo desea , porque es uno de los pocos modos de entender a la realidad y de estar en la realidad.