Queridos futuros escritores fabulosos :
Me presento: Soy Ana von Rebeur, nacida en San Isidro y vecina de Martínez, con más de 25 años de escribir profesionalmente. Ya voy por mi libro 32 publicado en Argentina y el exterior, siendo mi último libro (" Todas brujas") el más vendido en el stand de mi editroial ( Norma) en la Feria del Libro de Bogotá , Colobia, hace dos semanas y uno de los cinco más vendido de la Feria ( que es mucho más grande que la de Buenos Aires).
Hace mucho tiempo que escribo y estudio las claves de la escritura efectiva y cautivante, esa que obliga al lector a voltear la hoja y le hace desear leer más y más . Esa que te llena de orgullo al terminar de escribir el relato, sabiendo que tençes en las manos algo digno de mostrarle a los demás .
Como todo en la vida, la escritura es un tema de práctica, ensayo, descartar vicios y aumentar virtudes . Y especialmente, se trata de grabarnos en la cabeza qué funciona para todos, que está bien escrito, qué vale la pena leer y ayuda al desarrollo del tema y que´ sobra o lo traba o quita ganas de seguir leyendo.Y que se nos quede grabado qué es lo que funciona y qué no.
Advertencia : Este no el típico taller literario donde te aplauden todo con tal de que sigas yendo y te dicen "qué hermoso, Margarita, lo que le escribiste a tu nieto".Para eso, tengo miles de talleres para recomedarte.
Este es un taller donde damos por sentado que lo que queremos todos es salir escribiendo de modo cautivante . Quiero que mis alumnos aprendan y me salgan buenos. Soy franca y no les voy mentir diciendo que está listo lo que aún hay que pulir
Este taller les dará trabajo, compromiso por hacer las cosas bien y a cambio, me comprometo a que empiecen a aprender a escrbir hermosamente bien .
Estilos hay muchos, temas hay infinitos, pero maneras de escribir bien, una sola : la que todos pueden entender . Escribir es comunicar y cuanto a más gente llegues, mejor será para vos y tus lectores.
Escribir debe ser entretenido , fascinante y divertido( ¡lo peor es aburrirte y aburrir !) .
Escribir debe ser uan aventura donde te surmergís en otro mudno, del que salís refrescado.
Escribir debe ser un hobby, una manera de pasarla bomba , Si te fascina a vos, da por seguro que le va a fascinar a otros. -
Debe ser claro ( lo que quieras decir no pude tener varias lecturas o significados, salvo si lo haces adrede)
Debe ser conmovedor y/ o interesante ( si no producis emociones o descubrimientos en el lector...¿para qué escribir?)
Y debe ser digno de imprimirlo en papel y publicarlo . Y al que le interese esto, yo le explicaré cómo llegar a las editoriales y que sean ellas las que paguen la publicación de tu libro .
Los espero el viernes 3 de Junio a las 18 hs en el garage de SUM Alfaro-Tierra de Libros con cuaderno, lapicera o laptop y lo que estén escribiendo ( si vienen escribiendo algo) en mano. Si aun no escribieron nunca nada, casi mejor: empezarán de cero .
Quiero que vengan relajados, sin prejuicios, sabiendo que nadie los va a juzgar y que veremos mucha tecnica, recursos, consejos y más tecnica para escribir MUY BIEN . Y lo más importante : ¡que nos vamos a divertir mucho!
Nadie nació sabiendo - salvo los mosquitos, que pican de bebés- y yo aprendi mo oficio con los años .
No lo van a aprender en un dia y hay que entrar con la cabeza abierta y ganas de crecer como artistas de la pluma.
Si quizas estoy loca ; les voy a contar el secreto de mi exito. Y les voy a contar cómo inspirarse.
Cada encuentro sale $ 50 , y si pagan cada mes por anticipado el mes sale $180.
Cualquier pregunta extra, me pueden llamnar al 4793- 8872
En facebook encuentran data en Tierra de Libros .
besos
Ana
Celu 15 49352139
lunes, 30 de mayo de 2011
Bienvenidos al taller!
BIENVENIDOS!
Mi Taller de EScritura Cuativante arranca el viernes 3 de Junio . Sale $ 50 cada clase , o podes abonar el mes entero con descuento, pagando $ 180 por mes . Está planeado para el tiempo en que cada uno crea que ya vuela solo con sus alitas literarias nuevas. O para quien quiera tener ese rato en la semana, ese recreo tan anhelado de volcarse a crear ambientes, mundos y sensaciones en papel . Puede ser de unos ocho encuentros ( dos meses), o la seguimos si creen que hace falta y hay entusiasmo y ganas de seguir trabajando en grupo .
Nos atreveremos a escribir como nos salga, corregiremos lo que se pueda mejorar, cada uno encontrará su propio estilo y tema, encontraremos recursos creativos, nos divertiremos, nos alentaremos se darán tips y consejos para escribir lo mejor posible con trucos simples, claros, probados y comprobados y con sentido común.
Comienza el viernes 3 de JUnio a las 18 hs y los esperaré contentísima de estar en un grupo de gente que quiere escribir mejor.
Si tenés algo escrito por vos , traelo. Si no, ya me encargo yo de hacerte escribir...;)
Se dicta en Acassuso, a una cuadra de la estacion , en un garage de portyon blanco sobre Alfaro esquina Paunero ( la casa tiene el nuemro 405, poero no golpees esa puerta, sino el porton blanco)
besos
Te esperamos, para brindarte inspìración y recursos literarios a prueba de balas !
Ana anavon@hotmail.com
Mi Taller de EScritura Cuativante arranca el viernes 3 de Junio . Sale $ 50 cada clase , o podes abonar el mes entero con descuento, pagando $ 180 por mes . Está planeado para el tiempo en que cada uno crea que ya vuela solo con sus alitas literarias nuevas. O para quien quiera tener ese rato en la semana, ese recreo tan anhelado de volcarse a crear ambientes, mundos y sensaciones en papel . Puede ser de unos ocho encuentros ( dos meses), o la seguimos si creen que hace falta y hay entusiasmo y ganas de seguir trabajando en grupo .
Nos atreveremos a escribir como nos salga, corregiremos lo que se pueda mejorar, cada uno encontrará su propio estilo y tema, encontraremos recursos creativos, nos divertiremos, nos alentaremos se darán tips y consejos para escribir lo mejor posible con trucos simples, claros, probados y comprobados y con sentido común.
Comienza el viernes 3 de JUnio a las 18 hs y los esperaré contentísima de estar en un grupo de gente que quiere escribir mejor.
Si tenés algo escrito por vos , traelo. Si no, ya me encargo yo de hacerte escribir...;)
Se dicta en Acassuso, a una cuadra de la estacion , en un garage de portyon blanco sobre Alfaro esquina Paunero ( la casa tiene el nuemro 405, poero no golpees esa puerta, sino el porton blanco)
besos
Te esperamos, para brindarte inspìración y recursos literarios a prueba de balas !
Ana anavon@hotmail.com
‘Quiero llegar a la mujer pensante’
http://www.eluniverso.com/2011/05/30/1/1380/quiero-llegar-mujer-pensante.html
Lunes 30 de mayo del 2011
Arte y cultura ‘Quiero llegar a la mujer pensante’
Ana Von Rebeur
Fotos.
Ampliar imagen .QUITO. La argentina Ana von Rebeur tiene un nuevo libro, que lo promocionó en la capital.
.......La escritora argentina Ana von Rebeur estuvo de paso por el país para promocionar su último libro Todas brujas. Las ventajas de ser mala, que se convirtió en uno de los títulos más vendidos en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, la cual se desarrolló a inicios de este mes en Colombia.
En los doce capítulos que contiene el texto se despliega una serie de ejemplos divertidos y consejos prácticos para que las mujeres sean felices y logren la plenitud sin depender de nadie más que de ellas mismas. Todo esto aprovechando el prejuicio social de que las mujeres independientes y contestatarias son unas brujas.
¿Por qué decidió escribir este libro?
Parto del hecho de que todas las cosas malas que pasan en las vidas de las mujeres les suceden por ser demasiado buenas. Es como un mandato ancestral en el cual ser femenina es ser sumisa, dócil, abnegada, una niña buena en la extensión de la palabra. Entonces yo hago una propuesta, que es netamente humorística, con la que trato de decir a las mujeres que son ellas mismas las que tienen que salir de ese estado, que por lo general degenera en maltrato de todo su entorno. Entonces me gustó la idea de brujas, porque al menos en los cuentos y en las películas las brujas jamás lloran y son las únicas que se ríen.
¿Pero ese jamás llorar no puede desencadenar en una suerte de frivolidad?
Por el contrario, este libro es antifrivolidad. Cuando yo hablo de brujas estoy hablando de mujeres asertivas, decididas, luchadoras. La bruja no grita, no insulta, es más bien amable, nunca está en contra de otro y no hace maldades en contra de otro, solo disfruta de su libertad.
Pero ¿no le parece que su libro llega en un momento donde hay más equilibrio entre géneros y no haría falta convertirse en bruja?
Sí hay cambios, pero para ser sincera creo que son insuficientes. Quiero cambios más rotundos. Es cierto que es posible ver señores con un carrito de compras en el supermercado, algo que hace 20 años era casi imposible. Hay una nueva generación de hombres que están desaprendiendo lo que vivieron en sus casas, pero igual siguen siendo pocos.
Es verdad que puedes encontrar un muchacho de Quito o Guayaquil llevando las compras o asumiendo su rol de padre, pero en las ciudades pequeñas latinoamericanas las cosas siguen siendo complicadas.
Hay una frase que usted la dice con énfasis: “Es mejor ser respetada a ser querida”, ¿porqué?
Sí, es un principio que todas deberíamos llevar en la cabeza. El ejemplo típico es la mujer que llega a un trabajo y busca quedar bien con el jefe, hacer el grupito de amigas y aspira a caerle bien a todo el mundo para no ser excluida de las celebraciones. Pues bueno, de mi experiencia he aprendido que el trabajo es una jungla, en la que si bien hay que llevarse con todos, hay que también darse un lugar. He visto mujeres que por ser queridas han dejado escapar la posibilidad de crecer en el trabajo.
¿No sería un peligro que estos consejos caigan en manos de un hombre?
(Ríe) No creo que sea un peligro, incluso pienso que lo que ahí está escrito puede ayudar a los hombres que estén tristes y crean que no les está yendo bien en la vida.
También resultaría útil para aquel hombre que busca que su compañera dé un giro a su vida. A mí me pasa algo curioso, por lo general escribo para mujeres, pero muchos hombres llevan mis libros para regalárselos a sus amigos.
¿A qué lectora espera llegar?
Obviamente este libro no me lo va a leer una mujer que se pasa en el spa, tomando el té con las amigas, tiene a los hijos al cuidado de otra persona y desconoce sus necesidades. Yo quiero llegar a la mujer pensante, que es capaz de muchas cosas, pero que se ha autoanulado por pensar en el resto.
La autora
Ana von Rebeur es escritora, periodista, dibujante, humorista gráfica, artista plástica, ilustradora, guionista y columnista.
Ha publicado 30 libros, en especial de humor, en Bosnia, Argentina, España y Colombia.
Además, es presidenta de la sede argentina de la Federación de Organizaciones de Humoristas Gráficos (FECO). Su libro Todas brujas. Las ventajas de ser mala llega al país bajo el sello editorial de Norma.
Lunes 30 de mayo del 2011
Arte y cultura ‘Quiero llegar a la mujer pensante’
Ana Von Rebeur
Fotos.
Ampliar imagen .QUITO. La argentina Ana von Rebeur tiene un nuevo libro, que lo promocionó en la capital.
.......La escritora argentina Ana von Rebeur estuvo de paso por el país para promocionar su último libro Todas brujas. Las ventajas de ser mala, que se convirtió en uno de los títulos más vendidos en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, la cual se desarrolló a inicios de este mes en Colombia.
En los doce capítulos que contiene el texto se despliega una serie de ejemplos divertidos y consejos prácticos para que las mujeres sean felices y logren la plenitud sin depender de nadie más que de ellas mismas. Todo esto aprovechando el prejuicio social de que las mujeres independientes y contestatarias son unas brujas.
¿Por qué decidió escribir este libro?
Parto del hecho de que todas las cosas malas que pasan en las vidas de las mujeres les suceden por ser demasiado buenas. Es como un mandato ancestral en el cual ser femenina es ser sumisa, dócil, abnegada, una niña buena en la extensión de la palabra. Entonces yo hago una propuesta, que es netamente humorística, con la que trato de decir a las mujeres que son ellas mismas las que tienen que salir de ese estado, que por lo general degenera en maltrato de todo su entorno. Entonces me gustó la idea de brujas, porque al menos en los cuentos y en las películas las brujas jamás lloran y son las únicas que se ríen.
¿Pero ese jamás llorar no puede desencadenar en una suerte de frivolidad?
Por el contrario, este libro es antifrivolidad. Cuando yo hablo de brujas estoy hablando de mujeres asertivas, decididas, luchadoras. La bruja no grita, no insulta, es más bien amable, nunca está en contra de otro y no hace maldades en contra de otro, solo disfruta de su libertad.
Pero ¿no le parece que su libro llega en un momento donde hay más equilibrio entre géneros y no haría falta convertirse en bruja?
Sí hay cambios, pero para ser sincera creo que son insuficientes. Quiero cambios más rotundos. Es cierto que es posible ver señores con un carrito de compras en el supermercado, algo que hace 20 años era casi imposible. Hay una nueva generación de hombres que están desaprendiendo lo que vivieron en sus casas, pero igual siguen siendo pocos.
Es verdad que puedes encontrar un muchacho de Quito o Guayaquil llevando las compras o asumiendo su rol de padre, pero en las ciudades pequeñas latinoamericanas las cosas siguen siendo complicadas.
Hay una frase que usted la dice con énfasis: “Es mejor ser respetada a ser querida”, ¿porqué?
Sí, es un principio que todas deberíamos llevar en la cabeza. El ejemplo típico es la mujer que llega a un trabajo y busca quedar bien con el jefe, hacer el grupito de amigas y aspira a caerle bien a todo el mundo para no ser excluida de las celebraciones. Pues bueno, de mi experiencia he aprendido que el trabajo es una jungla, en la que si bien hay que llevarse con todos, hay que también darse un lugar. He visto mujeres que por ser queridas han dejado escapar la posibilidad de crecer en el trabajo.
¿No sería un peligro que estos consejos caigan en manos de un hombre?
(Ríe) No creo que sea un peligro, incluso pienso que lo que ahí está escrito puede ayudar a los hombres que estén tristes y crean que no les está yendo bien en la vida.
También resultaría útil para aquel hombre que busca que su compañera dé un giro a su vida. A mí me pasa algo curioso, por lo general escribo para mujeres, pero muchos hombres llevan mis libros para regalárselos a sus amigos.
¿A qué lectora espera llegar?
Obviamente este libro no me lo va a leer una mujer que se pasa en el spa, tomando el té con las amigas, tiene a los hijos al cuidado de otra persona y desconoce sus necesidades. Yo quiero llegar a la mujer pensante, que es capaz de muchas cosas, pero que se ha autoanulado por pensar en el resto.
La autora
Ana von Rebeur es escritora, periodista, dibujante, humorista gráfica, artista plástica, ilustradora, guionista y columnista.
Ha publicado 30 libros, en especial de humor, en Bosnia, Argentina, España y Colombia.
Además, es presidenta de la sede argentina de la Federación de Organizaciones de Humoristas Gráficos (FECO). Su libro Todas brujas. Las ventajas de ser mala llega al país bajo el sello editorial de Norma.
Truco de Alejandro Zambra
Escribir es como cuidar un bonsái, es podar el ramaje hasta hacer visible una forma que ya estaba allí, agazapada- Alejandro Zambra
domingo, 29 de mayo de 2011
Lo que enseña King
Todas las novelas son cartas a una persona- Stephen King
Leer te enseña a escribir:Cuanto más leas,menos riesgo correrás de hacer el tonto con el bolígrafo o el procesador de textos- Stephen King
Leer te enseña a escribir:Cuanto más leas,menos riesgo correrás de hacer el tonto con el bolígrafo o el procesador de textos- Stephen King
A lo que hay que apuntar
Mi máxima meta es la "resonancia", algo que perdure en la mente y corazon del lector después de haber cerrado el libro- Stephen King
sábado, 28 de mayo de 2011
Para qué vale la pena escribir
Debes escribir como si tu texto fuera lo último que leerá tu madre,transida de dolor,en el hospital.Y que esa lectura le quite el dolor.
Entrevista a Luisa Valenzuela en Paris Review
http://www.theparisreview.org/interviews/449/the-art-of-fiction-no-170-luisa-valenzuela
Would you say that Argentine writers—Latin American writers in general—have a different way of writing fiction than their American counterparts?
VALENZUELA
Oh, yes. I always am quite disturbed when American reviewers call my fiction surrealist. I consider it realist in excess. Latin American writers think of reality as having a wider span, that’s all—we explore the shadow side of it.
But the real difference has to do mostly with the origins of language. Spanish grammar is different from English grammar. This means that we have a different approach not only to the world, but to the word. At times it is something very subtle, a more daring immersion into the unknown. Un día soprendente, to give a very specific example, doesn’t mean exactly the same as un soprendente día. In English, you cannot even turn around a phrase or leave a dangling participle. Joyce needed to explode the English language to allow its occult meaning to emerge; Cortázar just plays around with Spanish words and grammar for the same purpose. Ours is a much more elastic grammar. English is onomatopoeic, beautifully strict, clear cut. Spanish, on the other hand, is more baroque and allows for ambiguity and metaphor. Does it have to do with the speaker’s character; or is character, as we may surmise, a construction of language?
INTERVIEWER
What do you think about the idea of women’s language?
VALENZUELA
I openly fight for it. I think there is a different charge in the words—women come from the badlands of language. Women know a lot about ambivalence and ambiguity—which is why, I think, good, subtle political writing by women novelists is dismissed in Argentina. Women are expected to console, not disturb the readers.
INTERVIEWER
Do you consider yourself a feminist?
VALENZUELA
I think of myself as somebody who is a born feminist but doesn’t like any isms. I don’t want to be obliged to anything. I hate labels. But ever since I was a little girl, I fought my way as a woman; I saw the oppression too clearly. I think of myself as a casualty of that war and I bear my wounds with pride, though I avoid banner waving.
INTERVIEWER
Going back to your time at NYU: what do you think a writer who teaches can offer to a writer in a creative-writing class?
VALENZUELA
You cannot make a writer—it is an innate way of seeing the world, and a love of language, and a lifetime commitment. But the students in those classes already had a writer’s mind, so you could teach them to see what they didn’t see in their own work and move them beyond their own limitations—force them, push them inside the darkest corridors of their imagination, and also motivate them.
INTERVIEWER
Have you ever taken a creative-writing class?
VALENZUELA
Never. The streets, journalism, and travel were my classes. I love to roam on my own in the bad neighborhoods of foreign cities. But who knows, a good writer’s workshop could become the equivalent of that, and it might even put you on the right path when you are blocked. Though I’m too proud, too old, and too lazy to even consider such a thing.
INTERVIEWER
You started out as a journalist. Do you think journalism has contributed to your fiction?
VALENZUELA
Not necessarily. Both worlds run parallel for me, but never—as yet—converge. Journalism taught me to be very precise and brief, very attentive to language. At La Nación my boss, Ambrosio Vecino, was a very literary man, a real teacher. He had been Cortázar’s best friend during their college years together. But journalism requires a horizontal gaze; it is absolutely factual. On the other hand, fiction requires a vertical gaze—delving deeper into the nonfacts, the unconscious, the realm of the imaginary. These are two very different ways of seeing the world.
Fiction, for me at least, is the best way to say things. I can be much more clearminded if I allow my imagination to take the lead—never loosing the reins, of course, but at full gallop. I also believe that, if you are fortunate, you can access the unconscious through fiction; in my case, elaborate ideas emerge in a very organized manner. Fiction for me is a way of “writing what you don’t know about what you know,” to quote Grace Paley.
Borges has this wonderful phrase in a short story: “Las falta de imaginación los movió a ser crueles” (“the lack of imagination moved them to cruelty”). Though cruelty with imagination can be the worst of all—just think of certain torturers in our respective countries. As a tool, imagination should only be used by writers, in their writing.
INTERVIEWER
What was Cortázar like?
VALENZUELA
I saw Julio Cortázar for the last time in December 1983. We spent a long afternoon together, and he confessed a strong need to write a novel. I asked him if he had any idea about the plot of his future novel. No, he didn’t, but he had a recurrent dream in which the publisher handed him the printed book, and he glanced through it and found it perfect—he finally had been able to say what he had wanted to say all his life. And it didn’t surprise him at all that the book was written not in letters, but with geometrical figures. He died the next year, on February 14. I remember thinking that the writers who had been honored with his friendship should bring his book into existence—one writer could write the triangle, another the cube, the circle, or sphere, and so on.
INTERVIEWER
How does the writing process work for you? Do you know, for example, when you are starting a novel as opposed to a short story?
VALENZUELA
Yes, absolutely. Well, except for my first novel, Clara. Back then, I never thought I would be able to write a novel, and suddenly the idea I had for a short story needed to branch and develop.
Otherwise the division is clear. You inhabit another realm when you are writing a novel. It’s like being in love—being “in novel.” At times, the need is unbearable. During those periods, I don’t want to write short stories. On the other hand, I might get a spark or an idea for a story; then I need a certain willpower to start pulling the thread, with the exact tension and patience so as to discover what lies behind the glimpse. Cortázar said that when the moment came he had to go to the typewriter and pull the story out of himself as if he were pulling out some kind of creepy creature, una alimaña. It sometimes feels like that.
INTERVIEWER
Do you have a writing schedule?
VALENZUELA
Each work finds its own time. For many years I wrote at night. Then I became scared of writing at night, probably on account of the ghosts that you call to mind when you are writing, mostly when dealing with the subject of torture and other dark political issues. I’ve returned to the night shift just recently, and am rediscovering the pleasure of total silence. But I still enjoy jumping out of bed and onto the computer—from dream to word, with no time to repent.
INTERVIEWER
You don’t have any rituals or routines that prepare you for writing?
VALENZUELA
I don’t have a ritual, but I like them a lot. With this postmodern contraption, the PC, I just do a few hands of solitaire as a warm-up. I wish I could play the piano instead.
INTERVIEWER
Do you write straight through from beginning to end?
VALENZUELA
In general, yes. When I don’t write straight from beginning to end, even if doing so takes a couple of years, I know I’m in deep trouble.
INTERVIEWER
Do you revise much?
VALENZUELA
This last novel had many versions. It probably has to do with the fact that I write on a computer now. I find it quite degrading, but times are changing. Before, I wrote by hand with a soft fountain pen—I still regret the loss of my old Parker 51, a gift from my father when I turned thirteen. If I needed a certain rhythm, I went to the typewriter. Writing by hand forced me to retype each page at least three times, and each time I retyped it I would hear the pound of the words, and polish them until they reached the perfect intonation.
INTERVIEWER
How does a book start?
VALENZUELA
El Gato eficaz, for example, just started pouring out of me. It was a very intense experience. I was a writer in residence at the International Writing Program at the University of Iowa, and after a couple of blank months, this strange text came into being—and with such unusual language, so wicked and crazy. The words I used in telling that story were so unfamiliar to me that I had to write them down the minute they came. I was writing in elevators, I was writing in the streets, I was writing all over the place, on little notebooks and pieces of paper, trying to get hold of every phrase.
INTERVIEWER
What about Black Novel with Argentines? How did that start?
VALENZUELA
I was in New York and I thought I wanted to write a detective novel à la Chandler, but by the second page my intentions had flopped. I already knew who the killer was and who the victim was and how he had killed her. I knew, and I couldn’t lie to the reader. I realized then that the real, and only, search had to be for the motive of the crime. I went on writing, and not getting any wiser about it. Many times I thought I would have to throw the whole thing away. All the while, these flashes about repression in Argentina kept popping into the mind of my Argentine protagonist, Agustín Palant. Finally, I saw the complete picture—the return of the repressed—and knew I had to be very careful not to spell it out bluntly. Since the story deals with repression it is also about what cannot easily be said. Argentina, like Agustín, needs to know, but doesn’t want to hear.
INTERVIEWER
How do you deal with politics in your writing?
VALENZUELA
When I was young and all of those literary discussions were taking place in my home, the idea of politics in writing was anathema. Only Ernesto Sábato insisted that you could use politics in fiction. For Borges and the people around him, politics was a dirty word. You know, art for art’s sake. So back then I thought that you shouldn’t put politics where your mind was, where your writing was.
Now I know differently. Although the only way to deal with politics in literature is to avoid the message at all costs, without being self-righteous or judgmental. I learned that lesson inadvertently in the process of writing Strange Things Happen Here in 1975. Returning from two years of travel, I was faced with such a violent Buenos Aires that I didn’t recognize my city anymore. I decided that the only way I could understand—or at least have a feeling of belonging—was by writing; I decided to write a story a day, somewhat like an AA program. So I went to the local cafés, where the paranoid feelings were so palpable that any phrase I could pick up triggered a story. Often the phrases I would overhear had nothing to do with what people were actually saying.
INTERVIEWER
Do you mean that you misheard them, or that their speech was codified in some way?
VALENZUELA
Both. The basic idea was to work around what goes unsaid yet is there, throbbing. To grasp the underlying paranoia. Usually, I misheard the phrases—but it is true that everything more or less political was said elliptically or in a coded manner. Anyway, what was important to me then were random words that would trigger my imagination. Using black humor, the grotesque, the exasperation of language, I managed to depict the horror of oppression and torture, and reintegrate myself into the reality we were living then. I wrote thirty stories in one month. In the process, I learned how to write politics without giving a message.
INTERVIEWER
Is it important to avoid the message because it makes for better fiction, or because it more easily eludes censorship?
VALENZUELA
I don’t have a real message to give; I don’t know the solution. But if I believed I did, I would write an essay, a column, even a pamphlet—and never contaminate fiction with a message. On the contrary, I believe fiction is a search shared with the reader.
INTERVIEWER
Has your work ever been censored? I’m thinking of “Page Zero,” from your novel He Who Searches.
VALENZUELA
“Page Zero” was a censored page from the Spanish original. In 1979, I was correcting the proofs. The military had taken over in March, and my editor, Enrique Pezzoni, was courageous enough to go ahead with the publication but asked for caution. In “Page Zero,” an introduction that is really an epilogue, the main protagonist is interrogated and tortured. His confession is supposed to be the text of the novel. I agreed with the publisher to pull out “Page Zero,” but we forgot to take it off the table of contents. No one noticed anything; the novel was experimental enough.
Those were bad times for publication. We had to play around the margins of a very diffuse, random but lethal censorship. The publishers of a distinguished house that specialized in psychology and sociology—two very threatened disciplines at that time—went to see the colonel who was in charge of education and culture and asked him for guidelines that could be followed. The colonel was outraged: How can you ask that? You can publish whatever you want. This is a free country, with a free press and freedom of speech. Of course, he added, if some madman or other decided to plant a bomb in your publishing house, there is nothing we can do about it.
INTERVIEWER
What do you think about Joseph Brodsky’s claim that good poetry can only be written under political repression?
VALENZUELA
I used to quarrel with Brodsky over that claim. Brodsky would say, with his deep voice, that censorship was bad for the writer but good for literature. That upset me to no end—it may be true in places like the former Soviet Union, where censorship was regulated, but not in countries like Argentina, where censorship was completely random. You had no idea what would not please some military or other, and if something happened to upset them they would go for the kill—your parents, your children, even your friends. I might be ready to put my life at stake for my thoughts, but not everybody else’s. Brodsky would say that a writer who cannot put everybody’s life at risk is not worth the name, and that censorship pushed you to produce tighter metaphors. I think that a writer who cannot find the right metaphor is not worth the name, neither under a dictatorship nor a democracy.
INTERVIEWER
Have you ever experienced exile?
VALENZUELA
Once, for a month and a half—it wasn’t much, yet it was difficult to bear. In 1976, I went to New York for the launching of my second book in English, Strange Things Happen Here. Two days after I left Buenos Aires, the police raided my apartment where my daughter was alone with her boyfriend—they were in their teens—and searched everything. They were looking for me. I had been fighting for human rights, hiding people who were in danger, getting crucial information out of the country. Fortunately, it was the police who came and not the paramilitary; they were threatening, but they didn’t take the kids away or harm them. I was advised not to come back. I remember spending a whole night with a Rubik’s Cube, trying unsuccessfully to solve it, as if that would put my life back in place. Eventually, I managed to return to Buenos Aires, only to leave it again—but this time it was my decision. I became an expatriate, not an exile.
INTERVIEWER
A similar scene appears in “Fourth Version,” when the character Bella goes abroad to perform her one-person show.
VALENZUELA
Yes, I do steal from my life at times! In that scene, Bella receives a phone call and is informed that some people are looking for her and that she should not come back. Her attitude and outlook change—she finally acknowledges the weight of her work—and she decides to return to a violent Buenos Aires and fight, with her own weapons, not allowing fear to paralyze her as it paralyzed others.
INTERVIEWER
Conversely, characters and events that originate in your fiction at times transgress their limits, literally invading reality; your novel Bedside Manner, for example, which unwittingly foretold a true military insurrection.
VALENZUELA
That was an ugly coincidence. An uprising of the rebel military took place the day after the book was launched. Since the novel speaks about just such an uprising, my friends claimed I was overdoing it with the promotion of the book.
The novel takes a very pataphysic—you know, never take serious things seriously—approach to reality. The uprisings were very real—the insurgent officers called themselves the Carapintadas, since they smothered their faces with camouflage grease. Everything in Bedside Manner is real—the hyper-hyper inflation, raids for food, the shantytown—except the overlapping of ridiculous situations. There are many other examples. I believe narrative knows better than we all do.
INTERVIEWER
You yourself appear as a character in The Lizard’s Tail. Why?
VALENZUELA
While I was writing The Lizard’s Tail, I realized that the Sorcerer was taking over the novel. This had to do with his choice of words—I had given him the first person, and with it the power over language. I couldn’t fight with him from the outside—it would have been a form of literary cheating—so my only possibility was to get in the novel myself.
INTERVIEWER
What do you mean by “literary cheating”?
VALENZUELA
I was playing a difficult, two-sided game. Not that I was writing an historical novel, but very recent history was at my doorstep, and the novel goes back and forth between the first-person character of the Sorcerer and the omniscient I. But the real person, José López Rega, on whom the character was based was very much alive then, and I just couldn’t distort the facts and kill him in fiction for my convenience. It would have been too easy, and would have spoiled the whole project.
INTERVIEWER
Have you ever thought about writing your memoirs?
VALENZUELA
Of sorts. Not literary memoirs. But I’ve written diaries on and off, except for the last ten years or so. I always fantasize about writing travel logs, but then traveling gets the best of me and I don’t write. Also, I’m afraid that writing diaries is a way of avoiding fiction, so when I’m into a novel or a sequence of stories, I forgo the diaries.
But I think my life is literary and adventuresome in many ways, and I would love to tell it—if I could just pass the stage of direct narrative, which bores me to no end, especially because, in this case, I already know the outcome. There is no surprise left. Sticking to facts, however interesting, doesn’t allow me to delve into metaphor, to understand the deeper implications.
The novel I just finished, La Travesía, at first was intended to be a kind of apocryphal autobiography. After a couple of versions, I moved the whole thing from the first to the third person—the protagonist sounded too savvy for my taste, so I abandoned the autobiographical pretense.
INTERVIEWER
May I ask what the new novel is about?
VALENZUELA
La Travesía has to do with secrets. What are the secrets that we want to keep from others and what happens when we try to keep them from ourselves. It’s a bildungsroman of adulthood. This is the first time I’ve dealt with reality, and it was hard for me. The whole plot is invented, but the people surrounding the protagonist are not. I played with those disquieting feelings I used to get from Jerzy Kosinski’s novels—where does autobiography stop and invention start?
INTERVIEWER
Your complete short stories were published recently. How did it feel to see your stories all under one roof?
VALENZUELA
I was very excited to get in touch with my first stories again. Each story has its own independence. Each story is like its own individual, grown up and on its own. When I saw them all together, like a family, I could see the thread connecting them.
INTERVIEWER
Do you regret anything you’ve published?
VALENZUELA
There are so many writers who have burned or disclaimed their first books. Borges, for example. What a nuisance. I am very irreverent; I know no shame in that sense. It would mean some kind of censorship, wouldn’t it? Of course, there are some books I like better than others—some books still surprise me now, as if someone else had written them. On the other hand, I often regret what I haven’t written because I was too lazy or too cowardly. Writing takes real courage and commitment.
Author photograph by Nancy Crampton.
Would you say that Argentine writers—Latin American writers in general—have a different way of writing fiction than their American counterparts?
VALENZUELA
Oh, yes. I always am quite disturbed when American reviewers call my fiction surrealist. I consider it realist in excess. Latin American writers think of reality as having a wider span, that’s all—we explore the shadow side of it.
But the real difference has to do mostly with the origins of language. Spanish grammar is different from English grammar. This means that we have a different approach not only to the world, but to the word. At times it is something very subtle, a more daring immersion into the unknown. Un día soprendente, to give a very specific example, doesn’t mean exactly the same as un soprendente día. In English, you cannot even turn around a phrase or leave a dangling participle. Joyce needed to explode the English language to allow its occult meaning to emerge; Cortázar just plays around with Spanish words and grammar for the same purpose. Ours is a much more elastic grammar. English is onomatopoeic, beautifully strict, clear cut. Spanish, on the other hand, is more baroque and allows for ambiguity and metaphor. Does it have to do with the speaker’s character; or is character, as we may surmise, a construction of language?
INTERVIEWER
What do you think about the idea of women’s language?
VALENZUELA
I openly fight for it. I think there is a different charge in the words—women come from the badlands of language. Women know a lot about ambivalence and ambiguity—which is why, I think, good, subtle political writing by women novelists is dismissed in Argentina. Women are expected to console, not disturb the readers.
INTERVIEWER
Do you consider yourself a feminist?
VALENZUELA
I think of myself as somebody who is a born feminist but doesn’t like any isms. I don’t want to be obliged to anything. I hate labels. But ever since I was a little girl, I fought my way as a woman; I saw the oppression too clearly. I think of myself as a casualty of that war and I bear my wounds with pride, though I avoid banner waving.
INTERVIEWER
Going back to your time at NYU: what do you think a writer who teaches can offer to a writer in a creative-writing class?
VALENZUELA
You cannot make a writer—it is an innate way of seeing the world, and a love of language, and a lifetime commitment. But the students in those classes already had a writer’s mind, so you could teach them to see what they didn’t see in their own work and move them beyond their own limitations—force them, push them inside the darkest corridors of their imagination, and also motivate them.
INTERVIEWER
Have you ever taken a creative-writing class?
VALENZUELA
Never. The streets, journalism, and travel were my classes. I love to roam on my own in the bad neighborhoods of foreign cities. But who knows, a good writer’s workshop could become the equivalent of that, and it might even put you on the right path when you are blocked. Though I’m too proud, too old, and too lazy to even consider such a thing.
INTERVIEWER
You started out as a journalist. Do you think journalism has contributed to your fiction?
VALENZUELA
Not necessarily. Both worlds run parallel for me, but never—as yet—converge. Journalism taught me to be very precise and brief, very attentive to language. At La Nación my boss, Ambrosio Vecino, was a very literary man, a real teacher. He had been Cortázar’s best friend during their college years together. But journalism requires a horizontal gaze; it is absolutely factual. On the other hand, fiction requires a vertical gaze—delving deeper into the nonfacts, the unconscious, the realm of the imaginary. These are two very different ways of seeing the world.
Fiction, for me at least, is the best way to say things. I can be much more clearminded if I allow my imagination to take the lead—never loosing the reins, of course, but at full gallop. I also believe that, if you are fortunate, you can access the unconscious through fiction; in my case, elaborate ideas emerge in a very organized manner. Fiction for me is a way of “writing what you don’t know about what you know,” to quote Grace Paley.
Borges has this wonderful phrase in a short story: “Las falta de imaginación los movió a ser crueles” (“the lack of imagination moved them to cruelty”). Though cruelty with imagination can be the worst of all—just think of certain torturers in our respective countries. As a tool, imagination should only be used by writers, in their writing.
INTERVIEWER
What was Cortázar like?
VALENZUELA
I saw Julio Cortázar for the last time in December 1983. We spent a long afternoon together, and he confessed a strong need to write a novel. I asked him if he had any idea about the plot of his future novel. No, he didn’t, but he had a recurrent dream in which the publisher handed him the printed book, and he glanced through it and found it perfect—he finally had been able to say what he had wanted to say all his life. And it didn’t surprise him at all that the book was written not in letters, but with geometrical figures. He died the next year, on February 14. I remember thinking that the writers who had been honored with his friendship should bring his book into existence—one writer could write the triangle, another the cube, the circle, or sphere, and so on.
INTERVIEWER
How does the writing process work for you? Do you know, for example, when you are starting a novel as opposed to a short story?
VALENZUELA
Yes, absolutely. Well, except for my first novel, Clara. Back then, I never thought I would be able to write a novel, and suddenly the idea I had for a short story needed to branch and develop.
Otherwise the division is clear. You inhabit another realm when you are writing a novel. It’s like being in love—being “in novel.” At times, the need is unbearable. During those periods, I don’t want to write short stories. On the other hand, I might get a spark or an idea for a story; then I need a certain willpower to start pulling the thread, with the exact tension and patience so as to discover what lies behind the glimpse. Cortázar said that when the moment came he had to go to the typewriter and pull the story out of himself as if he were pulling out some kind of creepy creature, una alimaña. It sometimes feels like that.
INTERVIEWER
Do you have a writing schedule?
VALENZUELA
Each work finds its own time. For many years I wrote at night. Then I became scared of writing at night, probably on account of the ghosts that you call to mind when you are writing, mostly when dealing with the subject of torture and other dark political issues. I’ve returned to the night shift just recently, and am rediscovering the pleasure of total silence. But I still enjoy jumping out of bed and onto the computer—from dream to word, with no time to repent.
INTERVIEWER
You don’t have any rituals or routines that prepare you for writing?
VALENZUELA
I don’t have a ritual, but I like them a lot. With this postmodern contraption, the PC, I just do a few hands of solitaire as a warm-up. I wish I could play the piano instead.
INTERVIEWER
Do you write straight through from beginning to end?
VALENZUELA
In general, yes. When I don’t write straight from beginning to end, even if doing so takes a couple of years, I know I’m in deep trouble.
INTERVIEWER
Do you revise much?
VALENZUELA
This last novel had many versions. It probably has to do with the fact that I write on a computer now. I find it quite degrading, but times are changing. Before, I wrote by hand with a soft fountain pen—I still regret the loss of my old Parker 51, a gift from my father when I turned thirteen. If I needed a certain rhythm, I went to the typewriter. Writing by hand forced me to retype each page at least three times, and each time I retyped it I would hear the pound of the words, and polish them until they reached the perfect intonation.
INTERVIEWER
How does a book start?
VALENZUELA
El Gato eficaz, for example, just started pouring out of me. It was a very intense experience. I was a writer in residence at the International Writing Program at the University of Iowa, and after a couple of blank months, this strange text came into being—and with such unusual language, so wicked and crazy. The words I used in telling that story were so unfamiliar to me that I had to write them down the minute they came. I was writing in elevators, I was writing in the streets, I was writing all over the place, on little notebooks and pieces of paper, trying to get hold of every phrase.
INTERVIEWER
What about Black Novel with Argentines? How did that start?
VALENZUELA
I was in New York and I thought I wanted to write a detective novel à la Chandler, but by the second page my intentions had flopped. I already knew who the killer was and who the victim was and how he had killed her. I knew, and I couldn’t lie to the reader. I realized then that the real, and only, search had to be for the motive of the crime. I went on writing, and not getting any wiser about it. Many times I thought I would have to throw the whole thing away. All the while, these flashes about repression in Argentina kept popping into the mind of my Argentine protagonist, Agustín Palant. Finally, I saw the complete picture—the return of the repressed—and knew I had to be very careful not to spell it out bluntly. Since the story deals with repression it is also about what cannot easily be said. Argentina, like Agustín, needs to know, but doesn’t want to hear.
INTERVIEWER
How do you deal with politics in your writing?
VALENZUELA
When I was young and all of those literary discussions were taking place in my home, the idea of politics in writing was anathema. Only Ernesto Sábato insisted that you could use politics in fiction. For Borges and the people around him, politics was a dirty word. You know, art for art’s sake. So back then I thought that you shouldn’t put politics where your mind was, where your writing was.
Now I know differently. Although the only way to deal with politics in literature is to avoid the message at all costs, without being self-righteous or judgmental. I learned that lesson inadvertently in the process of writing Strange Things Happen Here in 1975. Returning from two years of travel, I was faced with such a violent Buenos Aires that I didn’t recognize my city anymore. I decided that the only way I could understand—or at least have a feeling of belonging—was by writing; I decided to write a story a day, somewhat like an AA program. So I went to the local cafés, where the paranoid feelings were so palpable that any phrase I could pick up triggered a story. Often the phrases I would overhear had nothing to do with what people were actually saying.
INTERVIEWER
Do you mean that you misheard them, or that their speech was codified in some way?
VALENZUELA
Both. The basic idea was to work around what goes unsaid yet is there, throbbing. To grasp the underlying paranoia. Usually, I misheard the phrases—but it is true that everything more or less political was said elliptically or in a coded manner. Anyway, what was important to me then were random words that would trigger my imagination. Using black humor, the grotesque, the exasperation of language, I managed to depict the horror of oppression and torture, and reintegrate myself into the reality we were living then. I wrote thirty stories in one month. In the process, I learned how to write politics without giving a message.
INTERVIEWER
Is it important to avoid the message because it makes for better fiction, or because it more easily eludes censorship?
VALENZUELA
I don’t have a real message to give; I don’t know the solution. But if I believed I did, I would write an essay, a column, even a pamphlet—and never contaminate fiction with a message. On the contrary, I believe fiction is a search shared with the reader.
INTERVIEWER
Has your work ever been censored? I’m thinking of “Page Zero,” from your novel He Who Searches.
VALENZUELA
“Page Zero” was a censored page from the Spanish original. In 1979, I was correcting the proofs. The military had taken over in March, and my editor, Enrique Pezzoni, was courageous enough to go ahead with the publication but asked for caution. In “Page Zero,” an introduction that is really an epilogue, the main protagonist is interrogated and tortured. His confession is supposed to be the text of the novel. I agreed with the publisher to pull out “Page Zero,” but we forgot to take it off the table of contents. No one noticed anything; the novel was experimental enough.
Those were bad times for publication. We had to play around the margins of a very diffuse, random but lethal censorship. The publishers of a distinguished house that specialized in psychology and sociology—two very threatened disciplines at that time—went to see the colonel who was in charge of education and culture and asked him for guidelines that could be followed. The colonel was outraged: How can you ask that? You can publish whatever you want. This is a free country, with a free press and freedom of speech. Of course, he added, if some madman or other decided to plant a bomb in your publishing house, there is nothing we can do about it.
INTERVIEWER
What do you think about Joseph Brodsky’s claim that good poetry can only be written under political repression?
VALENZUELA
I used to quarrel with Brodsky over that claim. Brodsky would say, with his deep voice, that censorship was bad for the writer but good for literature. That upset me to no end—it may be true in places like the former Soviet Union, where censorship was regulated, but not in countries like Argentina, where censorship was completely random. You had no idea what would not please some military or other, and if something happened to upset them they would go for the kill—your parents, your children, even your friends. I might be ready to put my life at stake for my thoughts, but not everybody else’s. Brodsky would say that a writer who cannot put everybody’s life at risk is not worth the name, and that censorship pushed you to produce tighter metaphors. I think that a writer who cannot find the right metaphor is not worth the name, neither under a dictatorship nor a democracy.
INTERVIEWER
Have you ever experienced exile?
VALENZUELA
Once, for a month and a half—it wasn’t much, yet it was difficult to bear. In 1976, I went to New York for the launching of my second book in English, Strange Things Happen Here. Two days after I left Buenos Aires, the police raided my apartment where my daughter was alone with her boyfriend—they were in their teens—and searched everything. They were looking for me. I had been fighting for human rights, hiding people who were in danger, getting crucial information out of the country. Fortunately, it was the police who came and not the paramilitary; they were threatening, but they didn’t take the kids away or harm them. I was advised not to come back. I remember spending a whole night with a Rubik’s Cube, trying unsuccessfully to solve it, as if that would put my life back in place. Eventually, I managed to return to Buenos Aires, only to leave it again—but this time it was my decision. I became an expatriate, not an exile.
INTERVIEWER
A similar scene appears in “Fourth Version,” when the character Bella goes abroad to perform her one-person show.
VALENZUELA
Yes, I do steal from my life at times! In that scene, Bella receives a phone call and is informed that some people are looking for her and that she should not come back. Her attitude and outlook change—she finally acknowledges the weight of her work—and she decides to return to a violent Buenos Aires and fight, with her own weapons, not allowing fear to paralyze her as it paralyzed others.
INTERVIEWER
Conversely, characters and events that originate in your fiction at times transgress their limits, literally invading reality; your novel Bedside Manner, for example, which unwittingly foretold a true military insurrection.
VALENZUELA
That was an ugly coincidence. An uprising of the rebel military took place the day after the book was launched. Since the novel speaks about just such an uprising, my friends claimed I was overdoing it with the promotion of the book.
The novel takes a very pataphysic—you know, never take serious things seriously—approach to reality. The uprisings were very real—the insurgent officers called themselves the Carapintadas, since they smothered their faces with camouflage grease. Everything in Bedside Manner is real—the hyper-hyper inflation, raids for food, the shantytown—except the overlapping of ridiculous situations. There are many other examples. I believe narrative knows better than we all do.
INTERVIEWER
You yourself appear as a character in The Lizard’s Tail. Why?
VALENZUELA
While I was writing The Lizard’s Tail, I realized that the Sorcerer was taking over the novel. This had to do with his choice of words—I had given him the first person, and with it the power over language. I couldn’t fight with him from the outside—it would have been a form of literary cheating—so my only possibility was to get in the novel myself.
INTERVIEWER
What do you mean by “literary cheating”?
VALENZUELA
I was playing a difficult, two-sided game. Not that I was writing an historical novel, but very recent history was at my doorstep, and the novel goes back and forth between the first-person character of the Sorcerer and the omniscient I. But the real person, José López Rega, on whom the character was based was very much alive then, and I just couldn’t distort the facts and kill him in fiction for my convenience. It would have been too easy, and would have spoiled the whole project.
INTERVIEWER
Have you ever thought about writing your memoirs?
VALENZUELA
Of sorts. Not literary memoirs. But I’ve written diaries on and off, except for the last ten years or so. I always fantasize about writing travel logs, but then traveling gets the best of me and I don’t write. Also, I’m afraid that writing diaries is a way of avoiding fiction, so when I’m into a novel or a sequence of stories, I forgo the diaries.
But I think my life is literary and adventuresome in many ways, and I would love to tell it—if I could just pass the stage of direct narrative, which bores me to no end, especially because, in this case, I already know the outcome. There is no surprise left. Sticking to facts, however interesting, doesn’t allow me to delve into metaphor, to understand the deeper implications.
The novel I just finished, La Travesía, at first was intended to be a kind of apocryphal autobiography. After a couple of versions, I moved the whole thing from the first to the third person—the protagonist sounded too savvy for my taste, so I abandoned the autobiographical pretense.
INTERVIEWER
May I ask what the new novel is about?
VALENZUELA
La Travesía has to do with secrets. What are the secrets that we want to keep from others and what happens when we try to keep them from ourselves. It’s a bildungsroman of adulthood. This is the first time I’ve dealt with reality, and it was hard for me. The whole plot is invented, but the people surrounding the protagonist are not. I played with those disquieting feelings I used to get from Jerzy Kosinski’s novels—where does autobiography stop and invention start?
INTERVIEWER
Your complete short stories were published recently. How did it feel to see your stories all under one roof?
VALENZUELA
I was very excited to get in touch with my first stories again. Each story has its own independence. Each story is like its own individual, grown up and on its own. When I saw them all together, like a family, I could see the thread connecting them.
INTERVIEWER
Do you regret anything you’ve published?
VALENZUELA
There are so many writers who have burned or disclaimed their first books. Borges, for example. What a nuisance. I am very irreverent; I know no shame in that sense. It would mean some kind of censorship, wouldn’t it? Of course, there are some books I like better than others—some books still surprise me now, as if someone else had written them. On the other hand, I often regret what I haven’t written because I was too lazy or too cowardly. Writing takes real courage and commitment.
Author photograph by Nancy Crampton.
jueves, 26 de mayo de 2011
Consejo de Elizabeth Bishop
Bishop herself, in an essay called Writing Poetry is an Unnatural Act (brought to light in the recently published Edgar Allan Poe and the Juke-Box) defined three qualities she most admired in the poetry she loved: accuracy, spontaneity and mystery. Quoting Coleridge, she argued that the best poetry conveys “the most fantastic thoughts in the most correct and natural language”, opposing it to “the tiresome practice of conveying the most trivial thoughts in the most fantastic language.”
Al revés de lo que se usa en estos tiempos, la poetisa Elizabeth Bishop dijo que tres cosas caracterizaban la poesia que ella más amaba: precsión. espopntaneidad ymisterio. Y que lo que vale la pena escribir son los pensamientos más fantásticos en el lenguaje más natural, al revés de esa costmbre cansadora de plasmar los pensamientos más triviales en el lenguaje más fantástico.
Al revés de lo que se usa en estos tiempos, la poetisa Elizabeth Bishop dijo que tres cosas caracterizaban la poesia que ella más amaba: precsión. espopntaneidad ymisterio. Y que lo que vale la pena escribir son los pensamientos más fantásticos en el lenguaje más natural, al revés de esa costmbre cansadora de plasmar los pensamientos más triviales en el lenguaje más fantástico.
"Ponete en mis zapatos"
Un ejemplo de buena escritura periodistica
En esta nota de el diario El Argentino del 26/ 5 /11 , Daniel Enzetti entrevista a Juana Sicardi. viuda del cineasta argentino desaparecido Raymundo Gleyzer. Daniel fue fiel al relato oral de Juana, y el resultado parece una pelicula : lo ves y sientes lo que ella siente. Ella lo habrá contado biem , pero Daniel lo escribió mejor.
–¿Qué recordás de las horas previas al secuestro?
–Él estaba en Nueva York, y muchos amigos le decían que no volviera. Pero por su carácter, y con esa historia de que para él todo se podía, finalmente regresó. Era Raymundo, "el rey del mundo", como bromeo siempre. Por otro lado, la verdad es que nadie imaginaba el horror que vendría después. Yo había tomado la decisión de separarnos, y ese 27 de mayo vino, me dejó a Diego y me dijo "no me llames a mi casa porque no voy a ir más por allá. Hago unos trámites y hablamos después." Pasó por SICA a buscar un formulario que necesitaba para ir al médico, y a partir de ahí no sé otra cosa. Lo siguieron y lo agarraron en el sindicato. La casa estaba toda destruida, dada vuelta, y se robaron todo, hasta los platos. Pero dejaron algo: los rollos de filmación; se ve que no les dio la cabeza para tanto. Entramos con su hermana Greta al departamento y estábamos como atontadas. Llorábamos y nos poníamos a ordenar y juntar tonterías: un cuadrito, un papel del suelo. Parecía una mala película. De repente nos miramos y nos dijimos "¿qué estamos haciendo?" No me olvido más: levanté un zapato de abajo de la mesa, y le hablé al aire: "¿Me dejás un zapato en medio del living, hijo de puta? ¿Qué hiciste con Raymundo?" En un momento empezamos a reírnos de los nervios, porque cuando hicimos un té nos dimos cuenta de que se habían llevado hasta las cucharitas para revolver. Nos fuimos, ¿qué iba a hacer? Y empecé a llamar a los amigos. A "Poldi" (Leopoldo Nacht), por ejemplo. Lo saqué a Diego del jardín de infantes porque tenía miedo que le hicieran algo, y empecé a dar vueltas por la ciudad. Si veía movimientos raros en el barrio, me sentaba en un bar, dos, tres horas. ¿Cuánto podés estar con una criatura de cuatro años en un bar? Pero no me arrepiento de nada. Me hago cargo de lo que hicimos con Raymundo, y lo volveríamos a hacer de la misma manera.
–¿Qué recordás de las horas previas al secuestro?
–Él estaba en Nueva York, y muchos amigos le decían que no volviera. Pero por su carácter, y con esa historia de que para él todo se podía, finalmente regresó. Era Raymundo, "el rey del mundo", como bromeo siempre. Por otro lado, la verdad es que nadie imaginaba el horror que vendría después. Yo había tomado la decisión de separarnos, y ese 27 de mayo vino, me dejó a Diego y me dijo "no me llames a mi casa porque no voy a ir más por allá. Hago unos trámites y hablamos después." Pasó por SICA a buscar un formulario que necesitaba para ir al médico, y a partir de ahí no sé otra cosa. Lo siguieron y lo agarraron en el sindicato. La casa estaba toda destruida, dada vuelta, y se robaron todo, hasta los platos. Pero dejaron algo: los rollos de filmación; se ve que no les dio la cabeza para tanto. Entramos con su hermana Greta al departamento y estábamos como atontadas. Llorábamos y nos poníamos a ordenar y juntar tonterías: un cuadrito, un papel del suelo. Parecía una mala película. De repente nos miramos y nos dijimos "¿qué estamos haciendo?" No me olvido más: levanté un zapato de abajo de la mesa, y le hablé al aire: "¿Me dejás un zapato en medio del living, hijo de puta? ¿Qué hiciste con Raymundo?" En un momento empezamos a reírnos de los nervios, porque cuando hicimos un té nos dimos cuenta de que se habían llevado hasta las cucharitas para revolver. Nos fuimos, ¿qué iba a hacer? Y empecé a llamar a los amigos. A "Poldi" (Leopoldo Nacht), por ejemplo. Lo saqué a Diego del jardín de infantes porque tenía miedo que le hicieran algo, y empecé a dar vueltas por la ciudad. Si veía movimientos raros en el barrio, me sentaba en un bar, dos, tres horas. ¿Cuánto podés estar con una criatura de cuatro años en un bar? Pero no me arrepiento de nada. Me hago cargo de lo que hicimos con Raymundo, y lo volveríamos a hacer de la misma manera.
Etiquetas:
Daniel Enzetti,
Juana Sicardi,
Raymundo Gleyzer
miércoles, 25 de mayo de 2011
" Todas Brujas" de Ana von Rebeur entre los más vendidos de la FIL Bogota 2011
Los títulos más vendidos en la Feria Internacional del Libro
17 de mayo de 2011 • 15:10 • actualizado a las 15:16 Comentarios
0
Noticia
La Feria Internacional del Libro superó los 400.000 visitantes del 2010.
17 de mayo de 2011
Foto: David Felipe Rincón / Terra
La edición número 24 de la Feria Internacional del libro de Bogotá tuvo a Ecuador como país invitado de honor y superó a los 400.000 espectadores del año pasado. Las mejores editoriales exhibieron sus grandes obras y estos fueron los libros más vendidos durante los 13 días de exposición:
Editorial Planeta
1. Apocalipsis, de Mario Mendoza.
2. Los días del arcoíris, de Antonio Skármeta.
3. El ángel perdido, de Javier Sierra.
4. Objetivo 4, de Germán Castro Caycedo.
5. El gran diseño, de Stephen Hawking.
Editorial Norma
1. Desestrésate, de Santiago Rojas.
2. Todas brujas, de Ana von Rebeur.
3. La otra mujer, de Roberto Ampuero.
Ediciones B
1. Trilogía de Escipión el Africano, de Santiago Posteguillo.
2.Tras la huella del almirante, Hernando de la Rosa.
3. La vida no es fácil, papi, de Jorge Enrique Botero.
4. Cuatro mujeres imprescindibles, de Renata Durán.
Editorial Santillana
1. El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez.
2. 35muertos, de Sergio Álvarez.
3. 8.848 Everest, sueño de uno, sueños de todos, de Fernando Araújo Vélez y Expedición Everest Colombia.
4. La eterna parranda, de Alberto Salcedo Ramos.
5. Guía ilustrada de la Saga Crepúsculo, de Stephenie Meyer
Editorial Penta
1. Elogio de la Lentitud, Carl Honoré, Editorial RBA.
2. Bajo Presión, Carl Honoré, Editorial RBA.
3. Tres Ataúdes Blancos, Antonio Ungar, Editorial Anagrama.
4. Viaje de invierno, Amélie Nothomb, Editorial Anagrama.
5. Libro del Desasosiego (Bolsillo), Fernando Pessoa, Editorial Acantilado.
Random House Mondadori
1. El cuaderno de Maya, de Isabel Allende.
2. La economía de los paramilitares, de Mauricio Romero y la Corporación Nuevo Arco Iris.
3. El cementerio de Praga, Umberto Eco.
4. Renacer, Claudia Gray.
5. El coaching de Oscar Wilde, de Allan Percy.
Fondo de Cultura Económica
1. La historia de las cosas, de Annie Leonard.
2. El coraje de la verdad, de Michel Foucault.
3. Cuentos completos de Dostoievski.
Urano
1. 1Q84, de Haruki Murakami, (Tusquets)
2. Luz en la sombra, de Deepak Chopra, Debbie Ford y Marianne Williamson (Urano)
3. El cuerpo habla, de Joe Navarro (Sirio).
4. El poder, de Rhonda Byrne, (Urano).
5. Los cuatro acuerdos y El quinto acuerdo, Miguel Ruiz y José Ruiz (Urano).
Panamericana
1. El gran libro de la mitología para niños.
2. Envejezca con desvergüenza, de David Brown.
3. Biblia guadalupana.
Intermedio
1. La vida mística de Jesús, de Hilda Strauss.
2. A usted también le ha pasado, de Andrés Gómez.
Rey Naranjo
1. Palabras fabulosas, de Ricardo Soca.
2. La fascinante historia de las palabras, de Ricardo Soca.
17 de mayo de 2011 • 15:10 • actualizado a las 15:16 Comentarios
0
Noticia
La Feria Internacional del Libro superó los 400.000 visitantes del 2010.
17 de mayo de 2011
Foto: David Felipe Rincón / Terra
La edición número 24 de la Feria Internacional del libro de Bogotá tuvo a Ecuador como país invitado de honor y superó a los 400.000 espectadores del año pasado. Las mejores editoriales exhibieron sus grandes obras y estos fueron los libros más vendidos durante los 13 días de exposición:
Editorial Planeta
1. Apocalipsis, de Mario Mendoza.
2. Los días del arcoíris, de Antonio Skármeta.
3. El ángel perdido, de Javier Sierra.
4. Objetivo 4, de Germán Castro Caycedo.
5. El gran diseño, de Stephen Hawking.
Editorial Norma
1. Desestrésate, de Santiago Rojas.
2. Todas brujas, de Ana von Rebeur.
3. La otra mujer, de Roberto Ampuero.
Ediciones B
1. Trilogía de Escipión el Africano, de Santiago Posteguillo.
2.Tras la huella del almirante, Hernando de la Rosa.
3. La vida no es fácil, papi, de Jorge Enrique Botero.
4. Cuatro mujeres imprescindibles, de Renata Durán.
Editorial Santillana
1. El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez.
2. 35muertos, de Sergio Álvarez.
3. 8.848 Everest, sueño de uno, sueños de todos, de Fernando Araújo Vélez y Expedición Everest Colombia.
4. La eterna parranda, de Alberto Salcedo Ramos.
5. Guía ilustrada de la Saga Crepúsculo, de Stephenie Meyer
Editorial Penta
1. Elogio de la Lentitud, Carl Honoré, Editorial RBA.
2. Bajo Presión, Carl Honoré, Editorial RBA.
3. Tres Ataúdes Blancos, Antonio Ungar, Editorial Anagrama.
4. Viaje de invierno, Amélie Nothomb, Editorial Anagrama.
5. Libro del Desasosiego (Bolsillo), Fernando Pessoa, Editorial Acantilado.
Random House Mondadori
1. El cuaderno de Maya, de Isabel Allende.
2. La economía de los paramilitares, de Mauricio Romero y la Corporación Nuevo Arco Iris.
3. El cementerio de Praga, Umberto Eco.
4. Renacer, Claudia Gray.
5. El coaching de Oscar Wilde, de Allan Percy.
Fondo de Cultura Económica
1. La historia de las cosas, de Annie Leonard.
2. El coraje de la verdad, de Michel Foucault.
3. Cuentos completos de Dostoievski.
Urano
1. 1Q84, de Haruki Murakami, (Tusquets)
2. Luz en la sombra, de Deepak Chopra, Debbie Ford y Marianne Williamson (Urano)
3. El cuerpo habla, de Joe Navarro (Sirio).
4. El poder, de Rhonda Byrne, (Urano).
5. Los cuatro acuerdos y El quinto acuerdo, Miguel Ruiz y José Ruiz (Urano).
Panamericana
1. El gran libro de la mitología para niños.
2. Envejezca con desvergüenza, de David Brown.
3. Biblia guadalupana.
Intermedio
1. La vida mística de Jesús, de Hilda Strauss.
2. A usted también le ha pasado, de Andrés Gómez.
Rey Naranjo
1. Palabras fabulosas, de Ricardo Soca.
2. La fascinante historia de las palabras, de Ricardo Soca.
Cómo escribir
Leila Guerriero para El Malpensante, Mayo 2011
No tienen por qué saberlo: soy periodista y, a veces, otros periodistas me llaman para conversar. Y, a veces, me preguntan si podría dar algún consejo para colegas que recién empiezan. Y yo, cada vez, me siento tentada de citar la primera frase de un relato de la escritora estadounidense Lorrie Moore, llamado “Cómo convertirse en escritora”, incluido en su libro Autoayuda: “Primero, trata de ser algo, cualquier cosa pero otra cosa. Estrella de cine/astronauta. Estrella de cine/misionera. Estrella de cine/maestra jardinera. Presidente del mundo. Es mejor si fracasas cuando eres joven –digamos, a los catorce–”. Pero no lo hago porque no es eso lo que verdaderamente pienso y porque, en el fondo, dar consejos es oficio de soberbios. Entonces, cuando me preguntan, digo no, ninguno, nada.
Pero hoy es abril y ha sido un buen día. Hice una entrevista con una mujer a quien voy a volver a ver en dos semanas y varios llamados telefónicos que dieron buenos resultados. Compré frutas, conseguí un estupendo curry en polvo. Hay nardos en los floreros de la cocina. Corrí al atardecer. Me siento leve, un poco feroz, arbitraria. De modo que si hoy me preguntaran, les diría: corran. Les diría: sientan los huesos mientras corren como sentirán después las catástrofes ajenas: sin acusar el golpe. Aguanten, les diría. Pasen por las historias sin hacerles daño (sin hacerse daño). Sean suaves como un ala, igual de peligrosos. Y respeten: recuerden que trabajan con vidas humanas. Respeten.
Escuchen a Pearl Jam, a Bach, a Calexico. Canten a gritos canciones que no cantarían en público: Shakira, Julieta Venegas, Raphael. Vayan a las iglesias en las que se casan otros, sumérjanse en avemarías que no les interesan: expóngase a chorros de emoción ajena.
Sean invisibles: escuchen lo que la gente tiene para decir. Y no interrumpan. Frente a una taza de té o un vaso de agua, sientan la incomodidad atragantada del silencio. Y respeten.
Sean curiosos: miren donde nadie mira, hurguen donde nadie ve. No permitan que la miseria del mundo les llene el corazón de ñoñería y de piedad.
Sepan cómo limpiar su propia mugre, hacer un hoyo en la tierra, trabajar con las manos, construir alguna cosa. Sean simples pero no se pretendan inocentes. Conserven un lugar al que puedan llamar “casa”.
Tengan paciencia porque todo está ahí: solo necesitan la complicidad del tiempo. Aprendan a no estar cansados, a no perder la fe, a soportar el agobio de los largos días en los que no sucede nada.
Maten alguna cosa viva: sean responsables de la muerte. Viajen. Vean películas de Werner Herzog. Quieran ser Werner Herzog. Sepan que no lo serán nunca.
Pierdan algo que les importe. Ejercítense en el arte de perder. Sepan quién es Elizabeth Bishop.
Equivóquense. Sean tozudos. Créanse geniales. Después aprendan.
Tengan una enfermedad. Repónganse. Sobrevivan.
Quédense hasta el final en los velorios. Tomen una foto del muerto. Tengan memoria, conserven los objetos.
Resístanse al deseo de olvidar.
Cuando pregunten, cuando entrevisten, cuando escriban: prodíguense. Después, desaparezcan.
Acepten trabajos que estén seguros de no poder hacer, y háganlos bien. Escriban sobre lo que les interesa, escriban sobre lo que ignoran, escriban sobre lo que jamás escribirían. No se quejen.
Contemplen la música de las estrellas y de los carteles de neón.
Conozcan esta línea de Marosa di Giorgio, uruguaya: “Los jazmines eran grandes y brillantes como hechos con huevos y con lágrimas”.
Vivan en una ciudad enorme.
No se lastimen.
Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.
No tienen por qué saberlo: soy periodista y, a veces, otros periodistas me llaman para conversar. Y, a veces, me preguntan si podría dar algún consejo para colegas que recién empiezan. Y yo, cada vez, me siento tentada de citar la primera frase de un relato de la escritora estadounidense Lorrie Moore, llamado “Cómo convertirse en escritora”, incluido en su libro Autoayuda: “Primero, trata de ser algo, cualquier cosa pero otra cosa. Estrella de cine/astronauta. Estrella de cine/misionera. Estrella de cine/maestra jardinera. Presidente del mundo. Es mejor si fracasas cuando eres joven –digamos, a los catorce–”. Pero no lo hago porque no es eso lo que verdaderamente pienso y porque, en el fondo, dar consejos es oficio de soberbios. Entonces, cuando me preguntan, digo no, ninguno, nada.
Pero hoy es abril y ha sido un buen día. Hice una entrevista con una mujer a quien voy a volver a ver en dos semanas y varios llamados telefónicos que dieron buenos resultados. Compré frutas, conseguí un estupendo curry en polvo. Hay nardos en los floreros de la cocina. Corrí al atardecer. Me siento leve, un poco feroz, arbitraria. De modo que si hoy me preguntaran, les diría: corran. Les diría: sientan los huesos mientras corren como sentirán después las catástrofes ajenas: sin acusar el golpe. Aguanten, les diría. Pasen por las historias sin hacerles daño (sin hacerse daño). Sean suaves como un ala, igual de peligrosos. Y respeten: recuerden que trabajan con vidas humanas. Respeten.
Escuchen a Pearl Jam, a Bach, a Calexico. Canten a gritos canciones que no cantarían en público: Shakira, Julieta Venegas, Raphael. Vayan a las iglesias en las que se casan otros, sumérjanse en avemarías que no les interesan: expóngase a chorros de emoción ajena.
Sean invisibles: escuchen lo que la gente tiene para decir. Y no interrumpan. Frente a una taza de té o un vaso de agua, sientan la incomodidad atragantada del silencio. Y respeten.
Sean curiosos: miren donde nadie mira, hurguen donde nadie ve. No permitan que la miseria del mundo les llene el corazón de ñoñería y de piedad.
Sepan cómo limpiar su propia mugre, hacer un hoyo en la tierra, trabajar con las manos, construir alguna cosa. Sean simples pero no se pretendan inocentes. Conserven un lugar al que puedan llamar “casa”.
Tengan paciencia porque todo está ahí: solo necesitan la complicidad del tiempo. Aprendan a no estar cansados, a no perder la fe, a soportar el agobio de los largos días en los que no sucede nada.
Maten alguna cosa viva: sean responsables de la muerte. Viajen. Vean películas de Werner Herzog. Quieran ser Werner Herzog. Sepan que no lo serán nunca.
Pierdan algo que les importe. Ejercítense en el arte de perder. Sepan quién es Elizabeth Bishop.
Equivóquense. Sean tozudos. Créanse geniales. Después aprendan.
Tengan una enfermedad. Repónganse. Sobrevivan.
Quédense hasta el final en los velorios. Tomen una foto del muerto. Tengan memoria, conserven los objetos.
Resístanse al deseo de olvidar.
Cuando pregunten, cuando entrevisten, cuando escriban: prodíguense. Después, desaparezcan.
Acepten trabajos que estén seguros de no poder hacer, y háganlos bien. Escriban sobre lo que les interesa, escriban sobre lo que ignoran, escriban sobre lo que jamás escribirían. No se quejen.
Contemplen la música de las estrellas y de los carteles de neón.
Conozcan esta línea de Marosa di Giorgio, uruguaya: “Los jazmines eran grandes y brillantes como hechos con huevos y con lágrimas”.
Vivan en una ciudad enorme.
No se lastimen.
Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.
sábado, 14 de mayo de 2011
Narrar es seducir
El periodista colombiano Alberto Salcedo Torres, autor de " La eterna parranda" dice : " Los contadores de historias son como Vito Corleone en El Padrino , tienen que hacerle al lector , de entrada, una oferta que no pueda resistir . Solo que en este caso no se apela a la intimidación sino al encanto. Para mi , narrar es seducir." ( El tiempo, 7 de mayo de 2011)
Allende no sabe nada de estructuras...por suerte
La escritora chilena Isabel Allende anunció este sábado que en junio se publicará su última novela "'El Cuaderno de Maya', a la que define como "una historia medio policial", según dijo en una presentación en la primera Feria del Libro en español en Los Angeles (LéaLA).
"'El cuaderno de Maya' es una historia contemporánea sobre una chica americana nacida en Berkeley (California) y con una abuela chilena, que se mete en unos líos tremendos y su abuela la ayuda a esconderse en una islita de Chiloé (sur de Chile)", reveló Allende.
La novela "mezcla en la protagonista características de mis tres nietos" precisó la escritora. Y anunció que el libro será publicado primero en España.
Allende anunció su próxima publicación durante la presentación de la novela "La isla bajo el mar" (2009) -éxito de venta en América Latina el año pasado-, en una conferencia moderada por su colega colombiana, Laura Restrepo, en la Convention Center de Los Angeles.
La autora de "La multitud errante" (2001) alabó a Allende por "haber logrado lo que de verdad es un milagro en materia de libros, y es que sus libros son entrañables y son objetos cotidianos en la casa de millones de personas".
La escritora chilena, por su parte, contó que "desde hace 30 años" cuando escribió "La Casa de los Espíritus" (1982) ha cumplido el ritual de sentarse cada 8 de enero a escribir un libro aunque este año se lo tomó sabático.
Las novelas de Allende -un éxito en las ventas en español- han sido traducidas a varios idiomas pese a que su obra fue calificada de "subliteratura" o literatura comercial por varios críticos y escritores.
De hecho, al ser consultada por Restrepo sobre la estructura de su última novela publicada, Allende le respondió: "Laura esas son preguntas de crítico, de profesor. Uno escribe como puede, yo cuando escribo no pienso para nada ni la estructura ni el símbolo ni qué significa la isla ni qué significa el mar, sino que quiero contar una historia y la historia es un drama personal y pienso que me pudo haber pasado a mí (...)".
"'El cuaderno de Maya' es una historia contemporánea sobre una chica americana nacida en Berkeley (California) y con una abuela chilena, que se mete en unos líos tremendos y su abuela la ayuda a esconderse en una islita de Chiloé (sur de Chile)", reveló Allende.
La novela "mezcla en la protagonista características de mis tres nietos" precisó la escritora. Y anunció que el libro será publicado primero en España.
Allende anunció su próxima publicación durante la presentación de la novela "La isla bajo el mar" (2009) -éxito de venta en América Latina el año pasado-, en una conferencia moderada por su colega colombiana, Laura Restrepo, en la Convention Center de Los Angeles.
La autora de "La multitud errante" (2001) alabó a Allende por "haber logrado lo que de verdad es un milagro en materia de libros, y es que sus libros son entrañables y son objetos cotidianos en la casa de millones de personas".
La escritora chilena, por su parte, contó que "desde hace 30 años" cuando escribió "La Casa de los Espíritus" (1982) ha cumplido el ritual de sentarse cada 8 de enero a escribir un libro aunque este año se lo tomó sabático.
Las novelas de Allende -un éxito en las ventas en español- han sido traducidas a varios idiomas pese a que su obra fue calificada de "subliteratura" o literatura comercial por varios críticos y escritores.
De hecho, al ser consultada por Restrepo sobre la estructura de su última novela publicada, Allende le respondió: "Laura esas son preguntas de crítico, de profesor. Uno escribe como puede, yo cuando escribo no pienso para nada ni la estructura ni el símbolo ni qué significa la isla ni qué significa el mar, sino que quiero contar una historia y la historia es un drama personal y pienso que me pudo haber pasado a mí (...)".
Etiquetas:
El cuaderno de Maya,
Isabel Allende
Lo que cuenta Rosa Montero es reflejo de mi vida...
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/montero/autora.htm
Viaje con ella en el mismo vuelo de Avianca de Buenos Aires a Bogotá de la Feria del Libro de Buenos Aires a la Feria del Libro de Bogotá...y me asombro todo lo que tebemso en común. De hecho, le conté quela cito en mi libro " Todas Brujas, las ventajas de ser mala" ( que fue el más vendido en la Feria del Libro de Bogotá!) .
Viaje con ella en el mismo vuelo de Avianca de Buenos Aires a Bogotá de la Feria del Libro de Buenos Aires a la Feria del Libro de Bogotá...y me asombro todo lo que tebemso en común. De hecho, le conté quela cito en mi libro " Todas Brujas, las ventajas de ser mala" ( que fue el más vendido en la Feria del Libro de Bogotá!) .
lunes, 2 de mayo de 2011
Ana von Rebeur en Ecuador
Ecuatorianas : Estaré firmando mis libros el 10 de Mayo en Libro Expres del Quicentro a las 18h30, y el 11 será la presentación de " Todas Brujas : las Ventajas de ser mala" a las 19h00 en el teatro CCI.
El miercoles 11 a las 18 ha dare una charla en El Teatro del Centro Comercial Iñaquito: " Mujer moderna y valiente : descubre tu rol en el siglo XXI"
http://todasbrujas.blogspot.com
domingo, 1 de mayo de 2011
Florencia Bonelli y las fotos de sus personajes
Todos los personajes del libro han sufrido mucho, y sus actos tienen que ver con cuestiones dolorosas del pasado. “Hay que crear conflicto permanentemente, es el alma mater de la novela. A mí me gustan las novelas que mantienen al lector en alerta, y para eso hay que crear personajes conflictivos en situaciones conflictivas”.
Todos sus personajes están basados en la imagen real de una persona. En este caso, para el de Eliah se basó en el actor italiano Gabriel Garco, y el de Matilde, en la actriz americana Amanda Seyfried. Y el comienzo de cada libro es una suerte de rito para la escritora. “De cada libro tengo las fotos de los personajes colgadas en la pared. Bajar las imágenes de los personajes del libro anterior para colgar las de los nuevos es todo un duelo; no saco las anteriores hasta que no haya elegido las nuevas para que no quede el espacio vacío. El proceso de cortar el cordón umbilical es largo y muy doloroso. Pero bueno, un clavo saca otro clavo y después me voy enamorando de los personajes del nuevo libro”.
Acerca del proceso de escritura, Bonelli señaló: “Cuando empiezo a escribir pensando en ir hacia un lado y después termino hablando de otra cosa, digo: ‘¿En qué momento no hice lo que yo quería y los personajes hicieron otra cosa distinta?’. Hay una estructura inicial que después va tomando las formas más diversas, los personajes empiezan a tomar vida propia y es como si en realidad ellos me fueran dictando”.
Bonelli tiene una relación muy íntima con sus lectores. “Yo construí todo esto gracias a mis lectores, entonces mi agradecimiento es infinito, por eso les contesto cada uno de los mails que me mandan, estableciendo un lazo particular con ellos. El primer mail que recibí fue de Gloria Casaña por el año 2004, que hoy en día es amiga y colega mía. Y luego esto se fue montando con el boca en boca, con el regalo del libro, y fue tomando una dimensión que no esperaba. Creo que el contacto hizo mucho, yo hablo mucho con ellos y les cuento en qué estoy, entonces me mandan material y yo recurro a ellos cuando necesito ayuda. Por ejemplo, una lectora es cirujana pediátrica, y ella me ayudó muchísimo en la construcción del personaje de Matilde. Además, de esta forma yo me pongo en el lugar de los lectores y los entiendo perfectamente, porque yo lo vivo con otros libros”.
Todos sus personajes están basados en la imagen real de una persona. En este caso, para el de Eliah se basó en el actor italiano Gabriel Garco, y el de Matilde, en la actriz americana Amanda Seyfried. Y el comienzo de cada libro es una suerte de rito para la escritora. “De cada libro tengo las fotos de los personajes colgadas en la pared. Bajar las imágenes de los personajes del libro anterior para colgar las de los nuevos es todo un duelo; no saco las anteriores hasta que no haya elegido las nuevas para que no quede el espacio vacío. El proceso de cortar el cordón umbilical es largo y muy doloroso. Pero bueno, un clavo saca otro clavo y después me voy enamorando de los personajes del nuevo libro”.
Acerca del proceso de escritura, Bonelli señaló: “Cuando empiezo a escribir pensando en ir hacia un lado y después termino hablando de otra cosa, digo: ‘¿En qué momento no hice lo que yo quería y los personajes hicieron otra cosa distinta?’. Hay una estructura inicial que después va tomando las formas más diversas, los personajes empiezan a tomar vida propia y es como si en realidad ellos me fueran dictando”.
Bonelli tiene una relación muy íntima con sus lectores. “Yo construí todo esto gracias a mis lectores, entonces mi agradecimiento es infinito, por eso les contesto cada uno de los mails que me mandan, estableciendo un lazo particular con ellos. El primer mail que recibí fue de Gloria Casaña por el año 2004, que hoy en día es amiga y colega mía. Y luego esto se fue montando con el boca en boca, con el regalo del libro, y fue tomando una dimensión que no esperaba. Creo que el contacto hizo mucho, yo hablo mucho con ellos y les cuento en qué estoy, entonces me mandan material y yo recurro a ellos cuando necesito ayuda. Por ejemplo, una lectora es cirujana pediátrica, y ella me ayudó muchísimo en la construcción del personaje de Matilde. Además, de esta forma yo me pongo en el lugar de los lectores y los entiendo perfectamente, porque yo lo vivo con otros libros”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)