-Comienza con una superficie en blanco. No ha de ser un papel o un lienzo, aunque tengo la sensación de que debería ser blanco. Lo llamamos blanco porque necesitamos una palabra, pero su verdadero nombre es nada.
-Recuerda que la verdad está en los detalles. Sin importar cómo veas el mundo o el estilo que impongas a tu obra como artista, la verdad está en los detalles. Naturalmente, el diablo también se encuentra ahí (todo el mundo dice eso) pero quizá verdad y diablo sean palabras que expresan la misma cosa.
-Debes tener hambre. Le funcionó a Miguel Ángel, le funcionó a Picasso, y le funciona a cientos de miles de artistas que no lo hacen por amor (aunque eso puede jugar su parte), sino para poner un plato de comida en la mesa. Si quieres interpretar el mundo, has de utilizar tus propios apetitos. ¿Esto te sorprende? No debería. No existe nada tan humano como el hambre. No existe la creación sin talento, eso te lo concedo, pero el talento es barato. El talento no se mendiga. El hambre es el pistón del arte.
-Empieza con lo que conoces, y después reinvéntalo. El arte es magia, no hay discusión aquí, pero todo arte, no importa lo raro que sea, comienza cada día en la humildad. Simplemente no te sorprendas cuando flores extrañas broten de tierra común.
-No tengas miedo de experimentar; encuentra a tu musa y permite que te guíe.
-Mantén el enfoque. Es la diferencia entre un buen cuadro y una simple imagen más recargando un mundo rebosante de ellas.
-Recuerda que "ver es creer" implica poner el carro delante del caballo. El arte es el artefacto concreto de la fe y la expectación, la comprensión de un mundo que de otra forma sería poco más que un velo de consciencia sin sentido extendido sobre un golfo de misterio. Y además, si tú no crees lo que ves, ¿quién creerá en tu arte?
-Sé valiente. No tengas miedo de dibujar cosas secretas. Nadie dijo que el arte fuera siempre un céfiro; a veces es un huracán. Incluso entonces no debes dudar ni cambiar de rumbo. Porque si te cuentas a ti mismo la gran mentira del arte malo (que tú estás al mando), tu oportunidad de encontrar la verdad se perderá. La verdad no siempre es bonita.
-Busca el cuadro dentro del cuadro. No siempre es fácil de ver, pero siempre está ahí. Y si se te escapa, puedes perder el mundo.
-Préparate para verlo todo. Si quieres crear (que Dios te ayude en ese caso, que Dios te ayude si posees la capacidad) no te atrevas a cometer la inmoralidad de quedarte en la superficie. Sumérgete y toma tu derecho de salvamento. Hazlo, independientemente del dolor.
-No abandones hasta completar el cuadro. No puedo decirte si esa és la regla cardinal del arte o no, no soy profesor, pero creo que esas seis palabras resumen todo lo que he intentado explicarte. El talento es algo maravilloso, pero no le gustan los rajados. Y, si la obra es sincera, si procede de ese lugar mágico donde el pensamiento, la memoria y las emociones se funden, siempre llegará un momento en que querrás abandonar, en que pensarás que si sueltas el lápiz tu ojo se opacará, tu memoria decaerá, y el dolor terminará.
-Debes reconocer cuándo has terminado, y en ese momento, suelta tu lápiz o tu pincel. Todo lo demás es la vida.
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