miércoles, 24 de septiembre de 2008
Horacio Armani cuenta chimentos ajenos
Poco antes de morir, Balzac echó las culpas de su enfermedad a las veinticinco mil tazas de café que bebió en su vida, a razón de cincuenta por día , para mantenerse despierto y escribir . Schiller, en cambio, tenía dos o tres manzanas podridas en un cajón de su escritorio y , en momento de esterilidad creativa , aspiraba el olor rancio de la fruta como un bálsamo que atraía los efluvios de la inspiración . Coleridge consumía dos gramos de opio antes de ponerse a trabajar. Otros han acudido al tabaco , y son famosos los cigarros con que se regalaba George Sand , que del lecho amatorio – según su amante Musset- pasaba directamente al escritorio. Al pobre poeta francés le chocaba esa impudicia . No pensaba en los sinuosos caminos que puede consumir la inspiración , o quizás se consideraba víctima de un despojo.Finos cigarros de hoja fumaba también la poetisa norteamericana Amy Lowell , tan atacada por Ezra Pound : para que no le faltara esa inspiración azulada llegó a acumula diez mil puros de Manila en su casa . Desde Quincey a Baudelaire , los paraísos artificiales contribuyeron a la inflación de las páginas escritas . Hasta Aldous Huxley y Henri Michauux se animaron , en nuestros siglo , a experimentar el peligroso campo de los alucinógenos. Antes de comenzar a escribir, Colette espulgaba morosamente a su gato. Stendhal, para encontrar el tono adecuado de “ la Cartuja de Parma” que estaba escribiendo , leía previamente dos o tres páginas del Código Civil francés. El gran poeta inglés T.S. Eliot , en cambio, prefería escribir cuando tenía un gran resfrío de cabeza. El embotamiento que producía el catarro contribuía a crear el clima confuso que anhelaba el autor de “Cuatro curatetos” . hay quienes acostumbraban a escribir acostados , como Stevenson , Mark Twain y Truman Capote , que llegó a decir que era un escritor totalmente horizontal . Rossini, cubierto hasta la nariz por mantas pues esa muy friolento , llenaba de notas las hojas de papel pentagramado y las iba arrojando al suelo , hasta que un día , en una limpieza semanal , una de sus más famosas arias fue a perderse a la basura y debió reescribirla íntegramente. Voltaire neceistaba una espalda desnuda sonra la cual apoyar el papel y desfogar su inspiración . los que escribína de pie también formaban un buen equipo : Hemingway ( por un accidente en la columna) , Thomas Wolfe, Virgiia Woolf y Lewis Carrol. Edgar Allan Poe lo hacía con un gato siamés montado sobre sus hombros . En una bañera escribieron Edmond Rostand y Benjamin Franklin Victor Hugo y D.H Lawrence escribían desnudos . Rudyard Kipling no comenzaba a escribir si no conseguía la tinta más negra que se fabricara y Alejandro Dumas , que era un maníatico del orden , escribió todas las novelas en papel azul , reservando el amarillo para los poemas y el rosa para las cartas y otros escritos . Las largas crisis de esterilidad creativa no deberían desanimar a los escritores, más aún a los poetas . En cualquier momento , imprevistamente la musa vendrá , no importa cómo ni cuál sea la nada que la suscite . Lo terrible, lo estéril , es escribir por escribir , como se hace normalmente. ( “ Revista La Nación “ , 1999)
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